miércoles, 3 de diciembre de 2008

Palabras del embajador de Francia en Colombia,excelentísimo señor Jean Michel Marlaud, en el acto de condecoración con la Orden Caballero de la Legión

Palabras del embajador de Francia en Colombia, excelentísimo señor Jean Michel Marlaud, en el acto de condecoración con la Orden Caballero de la Legión de Honor al doctor Carlos A. Lozano Guillén. Noviembre 25 de 2008

Estamos reunidos esta noche para otorgarle al doctor Carlos Lozano, la más prestigiosa condecoración francesa, la Legión de Honor.

En ese sentido, los argumentos no me faltan: contrariamente a lo que se cree a menudo, la Legión de Honor no fue creada por Napoleón, sino por Bonaparte. El mismo hombre claro, pero el 29 Floreal año X, el 19 de mayo de 1802, cuando Bonaparte era todavía Primer Cónsul, mucho antes de la caída del Imperio. Después de la abolición de los órdenes nobiliarios por la Revolución Francesa, la Legión de Honor fue creada para “recompensar los servicios y las virtudes”, basándose entonces sólo en el mérito.

Progresista, la Legión de Honor lo es también, por la escogencia de algunos de sus recipiendarios. A partir de 1812, un contramaestre, Goffin, jefe minero, fue condecorado por haber salvado a sus compañeros luego de un derrumbe, precediendo con unos cuantos días, a Jean Baptiste Pruvot, obrero agrícola. Entre los condecorados figuran escritores, como Víctor Hugo, pero también pensadores matemáticos, astrónomos… Y rápidamente la condecoración se abre a extranjeros, Goethe, por ejemplo.

Pero debo reconocer que podría citar varios ejemplos en sentido contrario: Habrá que esperar hasta 1851 para que la primera mujer sea condecorada, Marie Angelique Duchemin, por sus acciones militares durante la Revolución… 53 años después! Entre los condecorados con la Legión de Honor figuran célebres conservadores o reaccionarios como Daudet. Gustave Courbet la rechaza bajo el Segundo Imperio y durante la Comuna, en 1871, el Hotel de Salm, sede de la Orden, es incendiado completamente. Si hoy en día pueden visitarlo frente al Museo de Orsay, es porque fue reconstruido de manera idéntica al original.

En pocas palabras, la Legión de Honor no es ni progresista ni conservadora. Tiene como objetivo el de reconocer los méritos, sin distinción de convicciones.

Si insisto en ese punto hoy, es porque para mi gran sorpresa, luego del anuncio en la prensa que el Gobierno francés había decidido otorgarle la Legión de Honor, recibí algunas cartas o correos electrónicos de colombianos que manifestaban su desacuerdo o descontento, algunos en términos injuriosos.

Ahora bien, precisamente, al otorgarle esta condecoración, las autoridades francesas desean rendirle un homenaje al papel que usted desempeña en el debate ideológico, por la pluralidad de opiniones, para que no se expresen sólo los detentores de bienes, los solventes, aquellos que ganan gracias al desarrollo económico que vive actualmente Colombia. El semanario Voz es desde este punto de vista, irremplazable. Es así como mientras que los periodistas son regularmente objeto de amenazas que buscan ahogar las voces discordantes, su papel en el seno del movimiento de periodistas de Bogotá es indispensable.

Por supuesto, el objetivo del Gobierno francés es también el de reconocer su trabajo incansable en la búsqueda de un acuerdo humanitario. A través de varias publicaciones reflexivas, como “Guerra o Paz en Colombia Un conflicto de 50 años sin solución”, pero también a través de un compromiso personal sin descanso, que hace de usted un interlocutor reconocido por todos, incluido el Gobierno. Tuvimos recientemente una nueva demostración, cuando el presidente Uribe le pidió a usted, junto con Alvaro Leyva, de ayudarlo a entrar en contacto directo con Marulanda.

Esta condecoración es también un homenaje personal a su coraje. Coraje físico claro está, pero también coraje sicológico, el de un hombre que prefiere renunciar a invitaciones al extranjero para evitar malentendidos, el de un padre que tiembla cada vez que su hijo llega tarde sin avisar. Es también, por supuesto, un homenaje a toda su familia, quien comparte con usted las mismas pruebas.

Para concluir, quisiera citar a Jorge Eduardo Gechem, quien en su libro “Desviaron el vuelo! Vía Crucis de mi secuestro”, sice lo siguiente: “Carlos Lozano me impresionó con su lucidez para conceptuar sobre asuntos difíciles del secuestro y de la política en el país y siempre estuvo dispuesto a colaborar de buena voluntad y con sentido de patria”. Es exactamente lo que el Gobierno francés desea reconocer.


Palabras de Carlos A. Lozano Guillén

Señor Embajador Jean Michel Marlaud:
Antes que todo quiero resaltar los mensajes que he recibido de importantes personalidades del país y del exterior.

Cuando se enumeran los presentes en una reunión como ésta se corre el riesgo de olvidar a alguien muy importante, pero en todo caso quiero resaltar la presencia de la ex canciller María Emma Mejía con quien recorrimos muchos pasos en dirección a la paz y el intercambio humanitario; del maestro Carlos Gaviria Díaz, presidente del Polo Democrático Alternativo, personalidad por la que tengo especial respeto y admiración, debido a su temple y dignidad; mis camaradas del Partido Comunista Colombiano Jaime Caycedo, Alvaro Vásquez y otros dirigentes aquí presentes; del doctor José Noé Ríos, Secretario General del Partido Liberal y ex consejero de paz, con quien hemos trabajado antes y en este Gobierno por el anhelo común de paz y libertad de las personas en injusto cautiverio; del ex ministro de Trabajo y ex gobernador del Valle, Angelino Garzón; de Consuelo González, recién liberada y ejemplo de constancia en la liberación de sus compañeros de cautiverio, como también de su hija Patricia; del padre Darío Echeverri, compañero de ruta en la causa del intercambio humanitario; del embajador de Cuba, José Pérez Novoa; de mis compañeros y compañeras del semanario VOZ, que me acompañan en esta lucha por sobrevivir en defensa de la libertad de prensa y sorteando todo tipo de amenazas y persecuciones de los intolerantes; de mi familia, esposa, hijos, nieta, hermanos, sobrinos, primos, que me acompañan esta noche. Amigos y amigas entrañables.

Lamento la ausencia del ex presidente Ernesto Samper; del gobernador de Santander, Horacio Serpa; del ex alto Comisionado de Paz, Camilo Gómez, con quien realizamos un intenso trabajo en los tiempos del Caguán; del ex canciller Augusto Ramírez Ocampo por quien tengo especial respeto y admiración, conocedor como pocos de esta labor humanitaria y de paz; de Marleny Orjuela, la líder de los familiares de militares y policías en poder de la guerrilla; de Luis Eladio Pérez y Ángela de Pérez, entre otros, que no pudieron estar aquí con nosotros. Un recuerdo especial para Yolanda Pulecio, Ingrid Betancourt y Astrid Betancourt, siempre en mi corazón y hoy ausentes por razones de mucha fuerza. A la senadora Piedad Córdoba, quien acaba de llegar y con quien llegamos tan léjos en este esfuerzo con Mi agradecimiento especial al Gobierno de Francia, al señor Presidente Nicolás Zarkozy y a usted señor Embajador por esta Orden Caballero de la legión de Honor que me colma de honor y me compromete más en la causa de la paz y del intercambio humanitario para mi país. Es un reconocimiento a todos los que luchamos por este objetivo fundamental.

Francia ha hecho mucho por nosotros aún antes del secuestro de Ingrid Betancourt. Esta Residencia de Francia es testigo mudo de numerosas reuniones de los países amigos de la paz de Colombia. El padre Darío lo recuerda. Aquí se analizaron muchas alternativas y propuestas para la salida pacífica del conflicto, que no fructificaron pero que fueron esfuerzos importantes y optimistas en su tiempo. Recuerdo, por ejemplo, que cuando estaba casi roto el proceso de paz en enero de 2002, el embajador de Cuba, Luis Hernández y el embajador de Francia, Daniel Parfait, promovieron una reunión en esta residencia para darle un aliento al proceso. Aquí estuvieron los embajadores y el asesor de la ONU, James Lemoyne. Me convocaron a que les colaborara. Desde aquí buscamos por teléfono a un dirigente del Partido Comunista y ex candidato a la Alcaldía de San Vicente del Caguán para que se fuera a los llanos del Yari a buscar a los jefes guerrilleros con la propuesta de que aceptaran reunirse con los “países amigos”. Hubo éxito en la diligencia y los embajadores viajaron. Fue el último esfuerzo que no prosperó porque ya el proceso estaba en agonía. Angelino se acuerda.

Durante este Gobierno hemos colaborado con los últimos embajadores y con usted señor Embajador, siempre con el mejor deseo y las mejores intenciones. Por desgracia, pese a nuestros esfuerzos, se impuso una línea cerrada a la negociación, al entendimiento y a la salida política. Sin embargo, con la ayuda de Francia, de los países amigos, de gobiernos de América Latina y de tantos y tantas colombianos y colombianas, estoy seguro que conquistaremos la paz tan anhelada.

Mi relación con Francia es de vieja data. Mi padre, abogado penalista, liberal radical, era un ferviente admirador de la Revolución Francesa. Hacía parte de una Logia de la Masonería que se llamaba “Estrella del Combeima”, donde con otros profesionales e intelectuales propugnaban por la unidad, la igualdad y la fraternidad. Influido por mi padre leí a Rousseau, antes que Marx, aunque como es obvio me quedé con Marx. Con mi padre debatíamos bastante, siempre después de la cena familiar discutíamos, aunque él siempre le ponía punto final al debate diciendo que era más revolucionario. Estoy seguro que desde el Oriente eterno, como dicen los masones, aún sigue creyendo lo mismo. Admiraba él mucho a Francia y nos cantaba La Marsellese en francés. Creo que de no haberse opuesto mi madre él me hubiera puesto el nombre de Robespierre, Danton o Marat o algo así.

Así que mis lazos con Francia son estrechos. Ahora en el mismo rumbo en Colombia que no es otro que el de la paz, los derechos humanos y el intercambio humanitario; contra el secuestro, los falsos positivos y la persecución a los luchadores sociales.

Señor Embajador: le agradezco mucho su apoyo en lo personal y para mi familia en estos momentos difíciles. Ha sido usted muy deferente. De la situación judicial saldré adelante. Estoy seguro. Tengo una muy buena asistencia jurídica, aquí está Reinaldo Villalba, uno de mis abogados; Eduardo Carreño no pudo asistir, pues está cumpliendo otras diligencias y obligaciones. Con la buena asistencia jurídica y la verdad saldremos adelante. La justicia se impondrá al final por encima de las presiones y de los malos espíritus y dañinas energías.


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1 comentario:

Inéride dijo...

Camarada Carlos: Las felicitaciones, los elogios y agradecimientos son una muestra del importante trabajo por la paz que usted realiza. Gracias por estar ahí a pesar de la amenaza y la mentira que lo persiguen. Gracias a usted y su familia por poner y permitir que gran parte de su vida este al servicio de nuestro país, que tanto necesita la paz. Un fuerte Abrazo, Inéride