El próximo 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer con la participación de las trabajadoras y los trabajadores de todo el mundo, en el marco de la situación en cada país y de los grandes conflictos sociales, políticos y económicos a nivel internacional. No pasa desapercibida esta fecha hoy, porque el capitalismo fue obligado a incluirla en la agenda nacional e internacional y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la acepta en su agenda como una fecha de gran significación desde el punto de vista político y social.
Durante muchos años la fecha fue aceptada con criterio clasista y revolucionario apenas por los países socialistas, en cuyo sistema la mujer encontró protagonismo, además de un reconocimiento de género a sus capacidades intelectuales y laborales. En contraste, en el capitalismo hubo resistencia a reconocer la reivindicación femenina, anclado en las relaciones patriarcales y en la doble explotación como lo dijera Vladimir Ilich Lenin en su época. En el momento actual, después de muchas luchas, acompañadas de sectores democráticos y progresistas del mundo, el 8 de marzo se constituye en un referente indispensable de la lucha mundial por los derechos de la mujer.
“Las mujeres al poder” gritan las féminas en diversas latitudes, incluyendo Colombia, en dondesus organizaciones ganan espacio y combatividad no sin resistencia en sectores tradicionales y conservadores, que relegan a la mujer “a su condición de ama de casa” como si no tuvieran un lugar especial, junto a los hombres, en la lucha por la emancipación política y social. Es un grito de combate, entendido en el buen sentido político como expresión de la lucha de clases con perspectiva de género. A la condición de la mujer de romper la doble explotación de que es víctima en la sociedad de clases y a su papel en la transformación revolucionaria de la sociedad. Este reconocimiento empieza en la izquierda, en los sindicatos y en las organizaciones sociales, donde aun hay resistencia machista y patriarcal a reconocer el feminismo como expresión democrática y no como reflejo de una posición estrecha, atrasada y sectaria, como la interpretan unas pocas.
“Las mujeres al poder” no es una consigna de confrontación con los hombres, sino el deseo de las mujeres de defender su posición en la sociedad, a tener derechos iguales y sobre todo participación allí donde se encuentre, sea el partido político, la organización sindical, popular o social o en el mismo Estado. Aunque desde luego, hay corrientes feministas radicales con arrebatos demagógicos de quienes pretenden utilizar el concepto de “mujeres al poder” en confrontación con los hombres como si allí estuviera el enemigo. Hombres y mujeres burgueses y burguesas los hay, explotadores del pueblo, que niegan el derecho a todos los seres humanos más allá del género y de las condiciones sociales. La lucha de las mujeres revolucionarias no sólo se ha enfrentado al capitalismo de siempre, sino también a la deformación del concepto feminista que es correcto en el sentido estricto del derecho de las mujeres a la participación, incluyendo a la izquierda donde aún hay criterios patriarcales y tradicionales, trasnochados por cierto, como lo señaló el maestro Carlos Gaviria Díaz en el Congreso del Polo Democrático Alternativo.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se conmemora, en el caso colombiano, de cara a los problemas nacionales, que incluyen los derechos de la mujer, la exigencia del reconocimiento social, de ganar más participación en la sociedad y un protagonismo igual al de los hombres e inclusive superior si es el caso en la sana emulación en la lucha por el poder. Lucha de clases con perspectiva de género para detener la reelección uribista, defender la unidad de la izquierda, fortalecer el Polo Democrático Alternativo, movilización social y popular para que la crisis del capital no se descargue sobre los hombros de las trabajadoras y de los trabajadores.
Desde VOZ saludamos a todas las mujeres colombianas y de América Latina, con la firme decisión de acompañarlas en sus luchas, anhelos y nuevos desafíos en el siglo XXI.
Durante muchos años la fecha fue aceptada con criterio clasista y revolucionario apenas por los países socialistas, en cuyo sistema la mujer encontró protagonismo, además de un reconocimiento de género a sus capacidades intelectuales y laborales. En contraste, en el capitalismo hubo resistencia a reconocer la reivindicación femenina, anclado en las relaciones patriarcales y en la doble explotación como lo dijera Vladimir Ilich Lenin en su época. En el momento actual, después de muchas luchas, acompañadas de sectores democráticos y progresistas del mundo, el 8 de marzo se constituye en un referente indispensable de la lucha mundial por los derechos de la mujer.
“Las mujeres al poder” gritan las féminas en diversas latitudes, incluyendo Colombia, en dondesus organizaciones ganan espacio y combatividad no sin resistencia en sectores tradicionales y conservadores, que relegan a la mujer “a su condición de ama de casa” como si no tuvieran un lugar especial, junto a los hombres, en la lucha por la emancipación política y social. Es un grito de combate, entendido en el buen sentido político como expresión de la lucha de clases con perspectiva de género. A la condición de la mujer de romper la doble explotación de que es víctima en la sociedad de clases y a su papel en la transformación revolucionaria de la sociedad. Este reconocimiento empieza en la izquierda, en los sindicatos y en las organizaciones sociales, donde aun hay resistencia machista y patriarcal a reconocer el feminismo como expresión democrática y no como reflejo de una posición estrecha, atrasada y sectaria, como la interpretan unas pocas.
“Las mujeres al poder” no es una consigna de confrontación con los hombres, sino el deseo de las mujeres de defender su posición en la sociedad, a tener derechos iguales y sobre todo participación allí donde se encuentre, sea el partido político, la organización sindical, popular o social o en el mismo Estado. Aunque desde luego, hay corrientes feministas radicales con arrebatos demagógicos de quienes pretenden utilizar el concepto de “mujeres al poder” en confrontación con los hombres como si allí estuviera el enemigo. Hombres y mujeres burgueses y burguesas los hay, explotadores del pueblo, que niegan el derecho a todos los seres humanos más allá del género y de las condiciones sociales. La lucha de las mujeres revolucionarias no sólo se ha enfrentado al capitalismo de siempre, sino también a la deformación del concepto feminista que es correcto en el sentido estricto del derecho de las mujeres a la participación, incluyendo a la izquierda donde aún hay criterios patriarcales y tradicionales, trasnochados por cierto, como lo señaló el maestro Carlos Gaviria Díaz en el Congreso del Polo Democrático Alternativo.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se conmemora, en el caso colombiano, de cara a los problemas nacionales, que incluyen los derechos de la mujer, la exigencia del reconocimiento social, de ganar más participación en la sociedad y un protagonismo igual al de los hombres e inclusive superior si es el caso en la sana emulación en la lucha por el poder. Lucha de clases con perspectiva de género para detener la reelección uribista, defender la unidad de la izquierda, fortalecer el Polo Democrático Alternativo, movilización social y popular para que la crisis del capital no se descargue sobre los hombros de las trabajadoras y de los trabajadores.
Desde VOZ saludamos a todas las mujeres colombianas y de América Latina, con la firme decisión de acompañarlas en sus luchas, anhelos y nuevos desafíos en el siglo XXI.
Editorial de VOZ 2481 del 4 de marzo de 2009
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