En un comunicado del Bloque Sur de las FARC-EP, divulgado en el día de ayer (martes 5 de enero de 2010), se atribuyen la ejecución del gobernador de Caquetá, Luis F. Cuéllar, según dicen porque iba a ser sometido a un juicio político por corrupción en el ejercicio del poder local. Este reconocimiento público, para nada cambia el rechazo y el repudio al vil asesinato del funcionario de elección popular, ni siquiera por las razones que alude el Bloque Sur en el comunicado, ni porque la Fiscalía General de la Nación lo estuviera investigando por presuntos nexos con el paramiliatrismo. El atentado personal y el secuestro, entre otras formas de degradación del conflicto colombiano, deben ser desterrados del mismo por los protagonistas armados.
Lo primero es la vida y la preeminencia del humanismo en los actos de guerra del conflicto, ninguno de ellos puede envilecerlo ni degradarlo como está ocurriendo. Tampoco contribuyen dichos desafueros y crímenes a que prevalezcan los actos de humanidad. El delirante llamado del señor Uribe Vélez a los operativos militares de rescate, no es lo recomendable, porque por lo general terminan con la vida de las víctimas. El síndrome de la “Operación Jaque” que embriaga al Gobierno Nacional y a los militares, deben superarlo con tranquilidad, porque este tipo exitoso de operativos incruentos es difícil, casi imposible que se repitan.
Estas situaciones, que ciertamente enturbian el ambiente favorable a las salidas humanitarias y pacíficas, no deben afectar para nada las liberaciones anunciadas del sargento Pablo Emilio Moncayo y el soldado José Daniel Calvo, así como la entrega de los restos del mayor Julián Guevara a doña Emperatríz su señora madre. Menos aún la incesante lucha de miles de colombianos y colombianas por la paz que promueven el intercambio humanitario para que logren la libertad todas las personas que están en injusto cautiverio.
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Sainete publicitario
Los grandes medios de comunicación que le sirven de caja de caja resonancia a la guerra uribista, montaron un escándalo mediático por un cortometraje que realizaron unos cineastas argentinos y que fue divulgado en Buenos Aires ante centenares de espectadores, porque tergiversa la realidad de lo que son las FARC en el país.
No lo conozco. No lo he visto y mal puedo opinar del video o cortometraje, porque apenas han divulgado unas escenas, seleccionadas para la oportunidad y seguramente fuera del contexto de la secuencia del mismo. Pero tampoco me quita el sueño. Cada parte hace lo suyo. El Gobierno Nacional montó en el exterior, en Estados Unidos y Europa sobre todo, una costosa campaña publicitaria a cargo del erario público para denunciar a las FARC por terroristas y narcotraficantes, soslayando a la vez el origen político y social del conflicto colombiano el cual por cierto niega. A la vez, promueve la imagen paradisiaca de Colombia en los tiempos de la “seguridad democrática” y niega la gravedad de los llamados falsos positivos, de la “parapolítica”, de los actos de corrupción gubernamentales, la violación de los derechos humanos y los crímenes de Estado. Son millones de dólares de los colombianos y colombianas destinados a lavar la imagen del régimen uribista en tiempos de campaña reeleccionista.
Así las cosas, no me preocupan esos videos y cortometrajes, como tampoco la campaña mediática uribista en el exterior, me preocupa más el país, sometido a un régimen despótico y antipopular y a una guerra fratricida degradada que hay que parar lo más pronto posible. Lo negativo de las campañas publicitarias es que apuntan a justificar la guerra, prefiero que sigamos trabajando en Colombia, como lo hace de manera altruista “Colombianos y Colombianas por la Paz”, para encontrar los caminos para el intercambio humanitario y la solución política negociada del conflicto.
Falta, sería la nota cómica de siempre, que con el coro de la “gran prensa”, Uribe Vélez pida el enjuiciamiento de los centenares de espectadores argentinos que asistieron a la premier del video en diciembre pasado y seguramente a los miles de europeos que participarán en las presentaciones en sus respectivos países. Terminará haciendo el ridículo como siempre.
Carlos A. Lozano Guillén
Bogotá D.C. 6 de enero de 2010
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