Por: Carlos A. Lozano Guillén
Mirador VOZ Ed. 2505 de 2009
Aunque según el general Freddy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, el apremio sobre el comandante de las FARC-EP, Alfonso Cano, es enorme y no hay un minuto de tregua en la persecución de la Fuerza Pública, el jefe guerrillero sacó el tiempo y la tranquilidad para llamar desde su teléfono satelital a monseñor Darío Castrillón al Vaticano, según lo reveló el propio purpurado, y también hasta para sentarse, con la mayor comodidad, a responder un largo cuestionario, vía internet, que le hizo llegar la revista Cambio y que ésta publicó en la edición de la semana pasada.
La entrevista ha sido tema de análisis de politólogos y especialistas en el conflicto colombiano, así como de numerosos comentarios de prensa, con mayor razón cuando se trata de las primeras declaraciones de Alfonso Cano a un medio de comunicación colombiano. El presidente Uribe Vélez, en su particular “dialéctica de las pistolas”, con toda seguridad sin leer la entrevista, decidió arremeter contra el comandante guerrillero, porque “No podemos convertir a los criminales en legítimos contradictores. Esos bandidos pasarán de sus escondites y su protagonismo mediático a la cárcel”. Algo muy propio del que no tiene ideas para justificar sus políticas guerreristas y violentas.
Se podrá disentir de los planteamientos de Cano, cada quien tiene derecho a fijar su posición, pero los planteamientos que hace son políticos e interesantes, para un país que padece un conflicto y requiere de salidas pacíficas y negociadas del mismo ante la crueldad de la guerra. Lo más importante es que las FARC, por boca de su principal dirigente, reafirma la disposición para establecer diálogos de paz sin condiciones, así como de pactar el acuerdo humanitario. Asegura que está en firme la decisión de liberar al cabo Moncayo y al soldado profesional Calvo, una vez que el Gobierno Nacional le permita a la misión humanitaria, de la cual debe hacer parte la senadora Piedad Córdoba, desplazarse a lo profundo de la selva para traerlos a la libertad. La responsabilidad de que después de tres meses de haberse anunciado la decisión, no se haya concretado, es única y exclusivamente del Gobierno Nacional y de la terquedad del presidente Uribe Vélez, aferrado como nunca a los absurdos inamovibles.
Para Cano, según las respuestas a la revista Cambio, la paz es viable si hay cambios profundos en la vida nacional que superen las viejas y nuevas causas del conflicto; plantea un acuerdo nacional democrático para la paz y la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que eleve a normas constitucionales los acuerdos de paz que beneficiarían a todos los colombianos. Son puntos interesantes, de debate político, que encuentran enorme obstáculo en el demencial guerrerismo. Así no lo quieran los de la “seguridad democrática”, el tema de la paz se colocará de nuevo en el primer plano de la campaña electoral.
carloslozanogui@etb.net.co
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Aunque según el general Freddy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, el apremio sobre el comandante de las FARC-EP, Alfonso Cano, es enorme y no hay un minuto de tregua en la persecución de la Fuerza Pública, el jefe guerrillero sacó el tiempo y la tranquilidad para llamar desde su teléfono satelital a monseñor Darío Castrillón al Vaticano, según lo reveló el propio purpurado, y también hasta para sentarse, con la mayor comodidad, a responder un largo cuestionario, vía internet, que le hizo llegar la revista Cambio y que ésta publicó en la edición de la semana pasada.
La entrevista ha sido tema de análisis de politólogos y especialistas en el conflicto colombiano, así como de numerosos comentarios de prensa, con mayor razón cuando se trata de las primeras declaraciones de Alfonso Cano a un medio de comunicación colombiano. El presidente Uribe Vélez, en su particular “dialéctica de las pistolas”, con toda seguridad sin leer la entrevista, decidió arremeter contra el comandante guerrillero, porque “No podemos convertir a los criminales en legítimos contradictores. Esos bandidos pasarán de sus escondites y su protagonismo mediático a la cárcel”. Algo muy propio del que no tiene ideas para justificar sus políticas guerreristas y violentas.
Se podrá disentir de los planteamientos de Cano, cada quien tiene derecho a fijar su posición, pero los planteamientos que hace son políticos e interesantes, para un país que padece un conflicto y requiere de salidas pacíficas y negociadas del mismo ante la crueldad de la guerra. Lo más importante es que las FARC, por boca de su principal dirigente, reafirma la disposición para establecer diálogos de paz sin condiciones, así como de pactar el acuerdo humanitario. Asegura que está en firme la decisión de liberar al cabo Moncayo y al soldado profesional Calvo, una vez que el Gobierno Nacional le permita a la misión humanitaria, de la cual debe hacer parte la senadora Piedad Córdoba, desplazarse a lo profundo de la selva para traerlos a la libertad. La responsabilidad de que después de tres meses de haberse anunciado la decisión, no se haya concretado, es única y exclusivamente del Gobierno Nacional y de la terquedad del presidente Uribe Vélez, aferrado como nunca a los absurdos inamovibles.
Para Cano, según las respuestas a la revista Cambio, la paz es viable si hay cambios profundos en la vida nacional que superen las viejas y nuevas causas del conflicto; plantea un acuerdo nacional democrático para la paz y la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que eleve a normas constitucionales los acuerdos de paz que beneficiarían a todos los colombianos. Son puntos interesantes, de debate político, que encuentran enorme obstáculo en el demencial guerrerismo. Así no lo quieran los de la “seguridad democrática”, el tema de la paz se colocará de nuevo en el primer plano de la campaña electoral.
carloslozanogui@etb.net.co
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