jueves, 20 de mayo de 2010

“Estamos aquí por las propuestas y no por las encuestas” Dr. Krapula.


Concierto doctor Krapula con Petro.

En la noche del pasado jueves trece de mayo se reunió, en el célebre parque de Los Periodistas, en el centro de la ciudad, la juventud bogotana con Gustavo Petro, candidato presidencial del Polo Democrático Alternativo, quien expuso su propuesta juvenil en la que hace énfasis, entre otros temas, a la defensa de la educación pública, universal, de calidad y gratuita. Acompañado de jóvenes ediles de diferentes localidades del distrito el candidato presidencial resaltó la defensa de las libertades y reprochó los lamentables hechos contra los jóvenes conocidos como “falsos positivos”, señalando como uno de los principales responsables al hoy candidato presidencial del partido de la U.

En la jornada cultural también participaron los graffiteros cargados de alumbrante creatividad y por supuesto los deportistas extremos que hicieron espectaculares presentaciones de skate conectando a todos los asistentes de buena energía por sus intrépidos giros. Entrada la noche la banda bogotana Dr. Krapula cerró el acto cultural con su buena vibra provocando un entusiasmo que contagió a todos los jóvenes ad portas de la recta final hacia la campaña presidencial donde se juega el futuro político del país, pues se enfrenta la tesis del continuismo uribista en cualquiera de sus facetas o la opción de un cambio seguro abanderado por las propuestas de equidad social del Polo Democrático Alternativo.

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miércoles, 12 de mayo de 2010

Entrevista Minuto de Dios al Director de Voz Carlos Lozano Guillén


La sede del periódico VOZ fue el escenario de un diálogo del Carlos A. Lozano Guillén, director del semanario, con un grupo de estudiantes de la Universidad Minuto de Dios, sin cortapisas y sin límite de tiempo

Buenos tardes, muchachos y muchachas. Según lo convenido, debo yo hacer una introducción general y luego responder las preguntas que ustedes tengan a bien formularme. Sin embargo, creo que es mejor entrar en materia en los temas que son del interés de ustedes; como se dice, vamos al grano.

Es un momento complejo del país, colmado de contradicciones, en una campaña electoral para elegir Presidente y Vicepresidente, en la que como puede apreciarse en su desarrollo, nada está escrito. Aquí cualquier cosa puede suceder. Hace tres meses todos daban por descartada la reelección, ese peligro, para mí, desapareció. Uribe Vélez, cuyo Gobierno es lo peor que le ha podido pasar a este país en mucho tiempo, no será más presidente, al menos por tercera vez en esta ocasión, porque fracasó el referendo reeleccionista por el fallo judicial de la Corte Constitucional. La campaña presidencial se adelanta sin él como candidato y eso, de suyo, es un paso positivo para el país. Quedan los aspirantes a herederos del trono, unos ya al margen de la contienda como Andrés Felipe Arias y esto es importante. Otros como Juan Manuel Santos se creen ungidos por el mesías. Al menos, Santos ya se considera instalado en la Casa de Nariño o en la “Casa de Nari” como se seguiría llamando en el caso de ser él el elegido. No sabemos qué va a pasar, pero al menos el uribismo está nervioso porque los medios inflaron a Mockus y ahora parece un rival fuerte, que pone en peligro el continuismo, así sea a medias porque el profesor Antanas no significa la ruptura con la “seguridad democrática” y el neoliberalismo. Esto solo sería posible con un gobierno del Polo Democrático Alternativo, cuyo candidato es el compañero Gustavo Petro.

Entre tanto, el país continúa en medio de conflictos políticos y sociales, incluyendo el armado; con la corrupción en las alturas del poder como no se registraba hace mucho tiempo, violación de los derechos humanos; y la guerra que no se detiene porque fracasó la “seguridad democrática”, la guerra uribista. La pobreza y los problemas sociales se acrecentaron, en particular la crisis de la salud y la educación, para no hablar del desempleo y de otras lacras de la sociedad en estos tiempos, mejor, de los últimos ocho años. Pero bueno, les dije que lo mejor es ir a lo concreto, a las preguntas y ya les estoy “largando un discurso”. Entonces, por favor, pregunten ustedes.

Doctor Lozano: Usted dice que el Gobierno de Uribe Vélez es de los peores, pero las encuestas lo muestran con bastante respaldo, ¿por qué?
Respuesta.- No hablo de las encuestas porque no creo en ellas, hacen parte del trabajo mediático ideológico, que orquesta el Gobierno que logró cooptar en su favor no sólo a poderes públicos como el Congreso y parte del judicial, sino a numerosas instituciones de la llamada “sociedad civil”. Parto de la base que en las dos elecciones de 2002 y 2006 la mayoría de la población apta para votar se abstuvo de hacerlo, es decir, Uribe es la mayoría de la minoría. Esta consideración no convierte en ilegal las elecciones, porque no está establecido un rango de votantes para que sean válidas, pero de alguna forma las deslegitima, porque el pueblo colombiano no cree en las elecciones, en un alto porcentaje no confía en ellas porque el que escruta elige. Eso no me parece positivo, por supuesto que es negativo, en el fondo es atraso político, porque si esa gente votara en conciencia, no triunfarían los cantos de sirena de los demagogos de la oligarquía y en este caso de la derecha más atrasada del país.

Cuando digo que Uribe Vélez es lo peor que le pudo pasar a este país, me apoyo en los resultados concretos. Más guerra, más desempleo, más corrupción (negociados de los hijos del ejecutivo, agro ingreso seguro, desfalcos y peculados en altos funcionarios, “parapolítica”, “falsos positivos”, escándalos en el DAS, violación de derechos humanos, asesinatos de sindicalistas, penalización de la lucha social, para citar algunos casos). Otra cosa son las cifras maquilladas de la macroeconomía, del crecimiento que favorece a los ricos, del desempleo y de los mayores niveles de pobreza. Inclusive, las medidas plutocráticas del Gobierno, la “seguridad democrática” que es el caballito de batalla de la publicidad uribista no parece tan exitosa, porque el paramilitarismo reapareció porque nunca se desmovilizó por completo como lo aseguró el Gobierno y la guerrilla está ahí, con presencia en todo el país. ¿Entonces, de qué éxitos hablamos? Son los elementos que caracterizan el proceso colombiano y la política gubernamental, que la campaña presidencial no está debatiendo, quizás por temor de los candidatos, pero que son realidades de un gobierno indecente, de un gobierno corrupto. Estos temas se soslayan mientras en círculo vicioso va y viene el anuncio de guerra frontal a las FARC y los ataques aleves al presidente Chávez.

¿Usted por qué dice “falsos positivos” si se trata de algo criminal que merece un nombre más fuerte?

R.- Tiene razón. Como periodista se me pegan los eufemismos tan frecuentes para designar hechos graves o no tan graves según el caso. Es una costumbre del medio. Se habla de “falsos positivos” y “chuzadas”, tal vez para soslayar dos hechos graves, gravísimos del gobierno de Uribe. Algunos de ustedes que estudian periodismo lo van a experimentar. En realidad, los “falsos positivos” son ejecuciones extrajudiciales, crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del Estado y por ende la responsabilidad política no se puede diluir, que la tienen el presidente Álvaro Uribe Vélez y el ex ministro de Defensa y ahora candidato presidencial con el guiño del mandatario, Juan Manuel Santos. Es el mismo caso de las “chuzadas” del DAS. No es algo tan inofensivo como chuzar un teléfono. El escándalo es por el entramado criminal al interior del DAS y otros organismos gubernamentales, para perseguir a la oposición, a los críticos del Gobierno e inclusive a los magistrados que investigan la “parapolítica”. Mucho más grave que el Watergate que derrocó a Richard Nixon en Estados Unidos. En lo del DAS fue, ni más ni menos, colocar esta entidad de inteligencia del Estado y de la Presidencia de la República, al servicio del narcoparamilitarismio. Aquí Uribe Vélez quiere pasar de agache antes estos delitos que lo comprometen. Es lo que no podemos tolerar, tiene que responder ante el país y ante los jueces.

¿Por qué cree que la izquierda no tiene opción ninguna, Gustavo Petro no pasa del 5 por ciento en las encuestas?

R.- La izquierda es una realidad en el país. Tiene un espacio significativo, hace cuatro años el maestro Carlos Gaviria, candidato del Polo Democrático Alternativo, logró la segunda votación presidencial con más de 2 millones y medio de votos, superando al Partido Liberal, una de las colectividades históricas y tradicionales. Fue una votación por la izquierda, de inconformidad con Uribe y lo que representa, por los cambios democráticos que propuso en el Programa el candidato del Polo. Lo que pasa es que la oligarquía colombiana aprendió la lección y se dedicó a fomentar la división del Polo, así como a mantener una campaña de difamación, presentándolo como el vocero de la guerrilla. Uribe atacó de manera baja al maestro Gaviria, tachándolo de terrorista y al PDA como vocero político de las FARC.

En Colombia, podríamos decir, hay varias izquierdas y ellas convergen en el Polo Democrático Alternativo, salvo la izquierda armada, que por razones obvias no está incorporada a éste, además porque el Ideario de Unidad excluye la acción armada como vía de acción para la toma del poder. Sin embargo, debido al concepto de cohabitación de las izquierdas entre ellas hay batalla de ideas pero para fortalecer la unidad. La lucha ideológica es un proceso útil para decantar el ideario y los objetivos políticos. Las diferencias no necesariamente conducen a la división, pero la campaña mediática de la “gran prensa” convenció a sectores del Polo de la necesidad de excluir a unos, a los llamados izquierdistas recalcitrantes, fue lo que le hizo daño a la unidad, amenazó –y amenaza- la existencia del Polo como punto de convergencia de las izquierdas.

Otro factor para que la izquierda no tenga la contundencia que debería tener es la guerra sucia, el exterminio de la misma, a la Unión Patriótica la aniquilaron con el argumento de ser el brazo político de las FARC. Miren lo peligroso que ese mismo señalamiento se le haga al PDA, asusta a varios de sus militantes y dirigentes. Por supuesto que también los errores propios de la izquierda, el sectarismo, la falta de identidad, el temor a tener un programa y un discurso de izquierda, de ruptura con el neoliberalismo y el guerrerismo, también influyen en que las masas se alejen y busquen otros proyectos.

Pero además, la izquierda está presente en otros escenarios. La lucha de masas, al fin y al cabo lo fundamental para presionar los cambios de signo positivo en la vida nacional, tiene una enorme presencia de la izquierda, así como las luchas populares y sociales. No se puede reducir la influencia de la izquierda al ámbito electoral solamente, las formas de la lucha son diversas y todas contribuyen a la salida democrática de la crisis colombiana. El Partido Comunista Colombiano, por ejemplo, cumple 80 años de existencia en este 2010 y está ahí, vivito y coleando, no logró ser exterminado a pesar de tantos coletazos de la guerra sucia y del terrorismo de Estado.

¿En las elecciones de marzo y en las presidenciales no cree que es factor negativo la alcaldía de Samuel Moreno que tiene tan baja aceptación?

R.- Al margen de los errores de la administración de Samuel Moreno que los hay, creo que es parte de esta ofensiva mediática, en la que contribuyen a veces sectores del Polo de manera oportunista. La oligarquía, la rancia aristocracia bogotana, que perdió la alcaldía en las dos últimas elecciones con el Polo, no acepta de forma pasiva esa decisión ciudadana y hace todo lo posible por recuperarla. Lucho, cuando fue del Polo, fue elegido y salió de la alcaldía con el reconocimiento de todo el mundo, a Samuel se la montaron, aprovechando errores, para preparar el retorno en las próximas elecciones, curiosamente, tal vez con la candidatura de Enrique Peñalosa ahora socio de Lucho Garzón.

Con todo, creo que Samuel debe hacer un esfuerzo por corregir serios errores. Hacer una alcaldía incluyente como deben ser las de izquierda, priorizando lo social y protegiendo los derechos de los trabajadores y el patrimonio público. Es inaceptable, por ejemplo, la privatización de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá y algunos planes, derivados del POT, que acercan más su alcaldía a la ciudad empresarial del mercado y del neoliberaliosmo, que a la necesaria inclusión social que debe tener un alcalde la izquierda.

¿Lucho Garzón es de izquierda?

R.- No, no lo es, aunque es una buena pregunta para él. Angelino, ahora candidato a la vicepresidencia por la ultraderecha, tampoco es de izquierda. En ambos casos hay que definirlos por sus posiciones y actuaciones. Son procesos de descomposición política, con el argumento, errado y oportunista, de que hay que ser Gobierno a cualquier precio. Lucho no hace sino repetir que la izquierda es contestataria y a eso no se puede reducir. Y eso es así, pero ese rol desaparecerá el día que logremos el poder con proyectos de transformación y de cambio. Con procesos revolucionarios. De lo contrario no vale la pena, a menos que se quiera asumir el papel de administrarles el poder a los capitalistas para que continúen explotando a los trabajadores. Es deprimente el papel de Lucho y Angelino en distintas posiciones pero animados de la misma posición oportunista de derecha. Ambos renegaron de la izquierda.

¿Y Gustavo Petro?

R.- Es un caso diferente. Gustavo es el candidato del Polo Democrático Alternativo. Su proyecto programático es de izquierda, en particular en lo social, es el mejor planteado en esta campaña en donde las ideas han estado al margen, reemplazadas por las encuestas y por las consignas contra las FARC y Venezuela. Con Petro estoy en desacuerdo sobre todo en la orientación sobre la paz, en la salida política negociada del conflicto y el intercambio humanitario, por cierto, aspectos que están contemplados en el Ideario de Unidad, aunque no por ello debo descalificarlo como representante de la izquierda. Las diferencias son parte de la batalla de ideas que ya mencioné.

¿Qué piensa de las FARC, son de izquierda?

R.- Las FARC y el ELN son la izquierda armada. Son organizaciones político-militares, con origen político, social y económico. Se puede discrepar de algunas de sus acciones o de todas sus acciones, eso lo define cada quien, pero no se les puede negar su naturaleza. Es que la lucha armada revolucionaria fue el resultado de la precariedad de la democracia, de factores sociales como la negativa burguesa y terrateniente de aceptar la reforma agraria y otros cambios políticos y sociales. La burguesía colombiana es de las más atrasadas del mundo, ha sido su renuencia a los cambios y la insistencia en la guerra y en la derrota militar de la insurgencia la que ha prolongado este conflicto con toda la carga de degradación que contiene.

El PDA no acepta la vía armada como una forma de lucha revolucionaria y condena determinadas actuaciones de la guerrilla, pero apoya la salida política negociada que tiene que conducir a reformas políticas y sociales de fondo en la vida nacional.

¿Usted cree que Petro tiene probabilidad de estar en la segunda vuelta?

R.- Eso lo sabremos el 30 de mayo. Los que acompañamos a Gustavo Petro estamos haciendo esfuerzos para que así sea, lo contrario afectará al Polo Democrático Alternativo, aunque no será su derrumbe o desaparición como algunos creen. El Polo es un partido nuevo de pocos años, en construcción y en proceso de acumulación de fuerzas. No será fácil clasificar para la segunda vuelta, no tanto por lo que dicen las encuestas, sino por la polarización mediática en la candidatura de Santos que es del uribismo perverso y la de Mockus que es de un uribismo más decente, pero al fin y al cabo uribismo. El hecho de que la candidatura de Santos, promovida por Uribe, esté cada vez más debilitada es reflejo de la crisis de la “seguridad democrática” y del rechazo a todo lo que significa el gobierno actual de corrupción y descomposición. El apoyo a Mockus es una ruptura, de cierta forma con todos esos factores negativos y ojalá el profesor lo entienda así. A Santos lo favorece que en el país hay una tendencia derechista, que predominó en las últimas elecciones, gracias al fraude y a la compra de votos; creo que la dosis se está repitiendo y eso favorece a Santos, incluyendo la campaña de Acción Social y de los programas demagógicos gubernamentales en su favor. Es algo grotesco. De todas maneras, el Polo cuenta y tiene futuro en la medida que se decante y hasta depure, refuerce la identidad de izquierda y se comprometa de manera real y efectiva con la lucha popular.

¿A usted no le gusta Mockus?

R.- El problema no es de gustos o disgustos. Si no de programas. Lo de Mockus es difuso y confuso. Sus planteamientos son muy enredados y no me generan confianza. Lo único que le entiendo bien son las amenazas de persistir en la guerra y de los desafíos a la guerrilla, que fracasaron como solución militar en el país. Además, su pasado en la alcaldía de Bogotá es negativo. No es suficiente con ser decente en un país en donde los que administran la cosa pública son corruptos. Hay que tener eficacia social. Mockus dilapidó el patrimonio de los bogotanos, su gobierno fue neoliberal y eso me pone en contradicción con él.

¿Al parecer usted mide lo positivo por las posturas ante la paz?

R.- No, no solo por ello. Aunque el problema de la paz o de la guerra es lo fundamental hoy en el país. La democracia y la justicia social dependen de la solución política negociada del conflicto para ponerle fin a la confrontación. Y no porque la guerrilla tenga la llave de la paz, sino porque las causas del conflicto son de naturaleza política, social y económica. La paz es un pacto entre el Estado, la insurgencia y la sociedad colombiana, una reconciliación nacional para reconstruir el país sobre bases nuevas de soberanía, democracia y justicia social. De lo contrario será muy difícil acceder a ella. O sea, lo que quiero decir es que en función de la paz hay varios temas transversales, no podemos equivocarnos en ello.

Si de algo tengo certeza, por lo anterior, es que después del siete de agosto, el intercambio humanitario y la paz serán parte de la agenda del nuevo Gobierno. Es un logro de “Colombianos y Colombianas por la Paz” que han hecho esfuerzo por levantar estos temas de poco interés en la campaña.

¿Para usted Uribe terminará respondiendo ante la justicia internacional?

R.- Espero que no sea así, porque lo deseable es que la Comisión de Acusaciones, su juez natural, adelante las investigaciones y lo acuse ante el Senado de la República. Pero será difícil con el Congreso corrupto y “parapolítico” que fue elegido, ya sabemos cómo, porque lo denunció hasta la OEA, el 14 de marzo pasado. En la Comisión de Acusaciones, Uribe Vélez tiene casi un centenar de denuncias que no han surtido el mínimo trámite. De ser así, tendrá que intervenir la Corte Penal Internacional, porque Uribe Vélez debe ser investigado y castigado de ser el caso por tanta irregularidad de la que está acusado. Precisamente por eso él no quería abandonar la silla presidencial, era una especie de licencia, de patente de corso, para la impunidad, pero fracasado, en buena hora el referendo, es igual a cualquiera de los mortales por mucho cariño que le tengan los gringos, que estoy seguro tampoco le va a durar mucho. Salido de la presidencia, Uribe no le sirve a los gringos, para ellos será un desechable. Así son ellos, así actúan. Varias ONG nacionales e internacionales ya lo han demandado ante la Corte Penal Internacional que interviene cuando hay la impunidad en un país que es parte del Tratado de Roma. Colombia lo es y ello convierte a esta institución internacional en parte de nuestro ordenamiento constitucional por aquello del bloque de constitucionalidad.

¿Cómo ve la segunda vuelta?

R.- No me gusta adivinar. En caso que Petro no vaya a la segunda vuelta, habrá que escoger, para apoyar, al que represente menos la línea uribista de guerra y corrupción. Esa es una decisión que debe adoptar el Polo por consenso.

Usted le comentaba hace unos días a unos compañeros del Minuto de Dios que la campaña es muy floja en propuestas sobre la educación y la juventud. ¿Por qué cree que es así?

R.- Sí son muy flojas. Quien tiene más elaboración al respecto es Gustavo Petro, pero falta ir más allá en defensa de la Universidad Pública y no estoy abogando por acabar la universidad privada, sino de fortalecer la primera, de la Universidad pública nocturna, de la tarifa diferencial de transporte, de la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio, de sacar la politiquería del Sena, del empleo decente para los jóvenes, de un estatuto para la juventud que consagre los derechos de la joven generación al empleo, a la cultura, a su personalidad, atributos que tienen que ver con los derechos fundamentales. La campaña no ha estado en la Universidad o en el medio juvenil, aunque es dable reconocer que Mockus atrajo un vasto sector juvenil y estudiantil y sin un discurso apropiado, tal vez seducido por algo de demagogia y hasta desencanto con la izquierda.

Bogotá, 6 de mayo de 2006

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Dos años después del fallecimiento de ‘Manuel Marulanda’


Crónica de la última reunión, durante los diálogos del Caguán, del comandante de las FARC-EP y el director de VOZ
Edición 2540 del 12 al 18 de mayo de 2010 Página 12
Dos años después del fallecimiento de ‘Manuel Marulanda’

Hizo la guerra, pero también buscó la paz

*Carlos A. Lozano Guillén

El 16 de diciembre de 2002, la entonces zona de distensión en el Caguán, estaba desolada, había bastante quietud y apenas asomos de que comenzaba la Navidad. El ambiente en la población de San Vicente era de zozobra. El nerviosismo aparecía visible. Desde noviembre los diálogos estaban paralizados, después del asesinato en las montañas de Cesar de la ex ministra Consuelo Araújo Molina, la célebre “Cacica” y de las dificultades en la mesa debido a que los voceros gubernamentales se negaban a iniciar la discusión de los temas de fondo, contenidos en la “Agenda Común por la Nueva Colombia”, adoptada por las dos partes.

En Los Pozos, sede de los diálogos de paz, a 60 kilómetros de San Vicente del Caguán por carretera destapada, aunque conservada por el mantenimiento que le hacía la guerrilla, asustaban, no había nadie. “Hace días que por aquí no vienen”, me dijo uno de los vigilantes de la guardia civil. La misión, encomendada por James Lemoyne, asesor de paz de las Naciones Unidas y Camilo Gómez, alto Comisionado de Paz, era buscar un contacto que permitiera acercamientos entre las dos partes, para reanudar los diálogos. “Hay que darle oxígeno a la mesa sino se acaba el proceso”, me había dicho mi buen amigo Lemoyne, en una reunión a puerta cerrada en la residencia del embajador de Suecia.

Me aventuré a buscar el contacto en dirección a los llanos del Yarí. Entrada la tarde estaba en “La Y”, cerca de la Casa Roja donde en varias ocasiones entrevisté al jefe de las FARC. Por casualidad encontré a Iván Ríos, coordinador de las mesas temáticas, luego asesinado por un escolta guerrillero y cuya mano, cortada y entregada al Gobierno como prueba de la “hazaña”, fue exhibida como trofeo de guerra por el entonces ministro de Defensa y ahora candidato presidencial del uribismo, Juan Manuel Santos.

“El camarada no está recibiendo a nadie”

Ríos me advirtió que iba a ser difícil que el “camarada” (‘Manuel Marulanda’) me atendiera, porque estaba lejos, fuera de la zona de distensión. “No está recibiendo a nadie”. Le insistí y le recordé que más o menos lo mismo él me había dicho en noviembre, cuando fui a persuadir al legendario comandante de que las FARC se reunieran con la delegación de la Iglesia Católica. “Es imposible”, me respondió en aquella ocasión Iván Ríos, casi que cerrando toda opción. Ante la insistencia, no sólo ‘Manuel Marulanda’ aceptó recibirme, sino que estuvo de acuerdo en la reunión con los delegados de la Iglesia Católica, el Nuncio Apostólico, monseñor Alberto Giraldo y el padre Darío Echeverry, a la que asistieron Raúl Reyes y Joaquín Gómez días después. “Usted siempre lo convence” me diría Iván Ríos cuando me llevaba en su campero hasta San Vicente del Caguán, de regreso para Bogotá con el “parte de victoria”.

Así se abrió la posibilidad, para la última reunión, durante los diálogos del Caguán, que sostuve con el comandante en Jefe de las FARC-EP, ‘Manuel Marulanda Vélez’, dos meses antes de la ruptura del proceso de diálogo por decisión unilateral del presidente Andrés Pastrana.

Por fin reunidos
El 17 de diciembre de 2002, casi al mediodía, estaba sentado en el pequeño tronco de un árbol y frente a un improvisado comedor, almorzando un exquisito sancocho de gallina con el comandante ‘Manuel Marulanda’. Fue en un campamento por fuera de la zona de distensión, casi que estoy seguro, y si mi orientación no me hace quedar mal, en dirección al departamento de Meta. Estaba muy serio, preocupado por la suerte del proceso de paz, que había arrancado más de tres años atrás, aún con el famoso incidente de la silla vacía. “Creo que poco podemos hacer por salvar este proceso; a Pastrana la oligarquía lo dejó solo y no está en condiciones de pactar una paz con la guerrilla”, fue su opinión. “Los militares y la embajada yanqui tienen la iniciativa”, sentenció. Aunque reconoció, que “el asesinato de Consuelo Araújo fue una cagada”. Sin embargo, “de no haberse presentado, estarían buscando otros pretextos, porque Pastrana no tiene la gobernabilidad ni el apoyo suficiente, tampoco el arrojo, para llegar a acuerdo de paz”. Fue el análisis que hizo sin ninguna calentura. “Todo cambió desde septiembre 11 con el ataque a las Torres Gemelas, porque Bush no le va a permitir nada a Pastrana, para ellos seremos tan ‘terroristas’ como Al-Qaeda”, dijo, adelantándose a los hechos posteriores. “Bush dio un golpe de estado contra el mundo, como lo definió Fidel y eso tendrá consecuencias fatales para la lucha revolucionaria”, explicó desde su perspectiva, sorprendiéndome con una larga elucubración de lo que significaba la invasión de Afganistán y las amenazas contra Irak que devinieron en otra invasión más feroz. Era la lectura, casi fatal, que hacía de los acontecimientos nacionales e internacionales.

“La paz es revolucionaria”

Para Marulanda la principal dificultad estaba en que el Gobierno quería discutir única y exclusivamente sobre los temas de su particular interés, como los secuestros y los problemas en la zona de distensión, pero se negaba a abordar los asuntos de fondo como el Plan Colombia, el modelo neoliberal y las reformas políticas y sociales democráticas. “Es como la ley del embudo” comentó con su acento campesino. Para el comandante de las FARC si no se abordaba la “agenda común” el proceso sería inviable.

“La campaña contra el proceso es muy fuerte. Pastrana está contra la pared. Vargas Lleras hizo el debate en el senado con los argumentos de los altos mandos militares. Por ejemplo, colocó como clandestinas las pistas comunales de Candilejas y Caquetania, construidas por la comunidad y a donde han aterrizado los aviones de Satena”, comentó. Esas mismas pistas serían bombardeadas, el 21 de febrero de 2002, por los aviones de la FAC.

En su argumentación, ‘Marulanda’ no le daba casi que ningún chance a la posibilidad de reanudar los diálogos de paz. No había en él ninguna señal de alegría, aunque tampoco de frustración. Asumía con realismo lo que parecía inevitable, pero no logró ocultar cierto dejo de tristeza: “Este ciclo está próximo a cerrarse. Se repite la historia. Esta oligarquía es mezquina y quiere la paz pero sin cambios ni transformaciones y a eso no le caminamos”. Tuve la certeza que de nuevo estaba preparado para la guerra, la misma que estaba librando desde antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948.

El último aliento

Sin embargo, le anoté que en varias entrevistas para el semanario VOZ me había dicho que “la paz es un objetivo revolucionario” y que era necesario hacer esfuerzos, hasta desesperados para salvarla y me atreví a sugerirle varios puntos o iniciativas, que habíamos analizado en Bogotá, con James Lemoyne y otros amigos de la paz. Le dije que era importante reunirse con el asesor de la ONU y el Grupo de Países Amigos, reunión que se precipitó el 14 de enero de 2002, antes de que se venciera el término de la zona de distensión, fue una reunión positiva de la que salió el último aliento para salvar el proceso, aunque insuficiente porque la decisión ya estaba tomada en Bogotá y llegó el 20 de febrero del mismo año so pretexto de otra “cagada”, tal vez así calificada por el legendario guerrillero que quiso salvar también un proceso del que fueron protagonistas con el Gobierno Nacional

Entre otras iniciativas discutidas en ese último encuentro con el comandante de las FARC, estuvieron la propuesta de cese de fuegos, que el Gobierno rechazaría en enero siguiente, y el cronograma de acciones concretas, adoptado en enero, pero sin ejecución porque vino lo que ya estaba cantado y decidido.

Estos recuerdos los refresqué con el hallazgo de una pequeña libreta de apuntes, que tenía extraviada en algún rincón de mi biblioteca, dos años después del fallecimiento de ‘Manuel Marulanda Vélez’ en las montañas de Colombia y nueve años transcurridos de esa reunión, para mi histórica. Pedro Antonio Marín, su nombre de pila, o ‘Manuel Marulanda Vélez’, su nombre de guerra, fue protagonista de la historia política del siglo XX y de la primera década del siglo XXI. Durante 60 años hizo la guerra revolucionaria y buscó la paz. Seguramente hubo errores militares y políticos, no me cabe la menor duda, pero tengo la certeza, como me lo dijo ‘Manuel Marulanda’ en aquella reunión histórica, que el principal factor para que no se logre la paz en Colombia es la mezquindad de la oligarquía, cerrada a acceder en cambios políticos y sociales democráticos.
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lunes, 10 de mayo de 2010

La Información, por Fernando Garavito


Llevados del diablo

El país está en mora de emprender un gran debate sobre la información. Esto no quiere decir que no esté también en mora de hacer un gran debate sobre las ideas, sobre la cultura, sobre la ética, sobre la política, sobre el gobierno, sobre la economía, sobre las relaciones internacionales, sobre la educación, sobre el modelo de desarrollo. Todo ello: cultura, ética, política, economía, gobierno, se refleja necesariamente sobre el conflicto. Pero nosotros nos hemos acostumbrado a irnos por los cerros de Ubeda, como se decía antiguamente, cuando las cosas tenían ese clásico sabor de los clásicos castellanos. Nuestros sucesos son tan vertiginosos que sólo nos permiten apreciarlos en la confluencia de un resultado caótico. De ahí que el conflicto se haya convertido en ese hecho macizo que no se puede abordar de ninguna manera. Él va a acabar con lo poco que queda de Colombia, sin que posiblemente lleguemos a ver jamás quién o quiénes están entre bastidores. Para lograrlo, el camino más expedito sería el de examinar lo que ocurre en torno a los medios. Planteemos entonces una primera hipótesis relacionada con ellos: en Colombia no hay información.

Veamos un solo ejemplo. Me cuenta Jorge Escobar que en el Noticiero CVN de Tele Pacífico, el coronel Óscar Naranjo anunció el 27 de marzo que la Policía Metropolitana de Cali había iniciado un programa de “Allanamientos Voluntarios”. ¿Allanamientos voluntarios? Ninguno de los periodistas que rodeaban al comandante planteó la posibilidad de que los allanamientos no lo fuesen y ninguno lo interrogó sobre la forma como podía armonizar en una sola frase esa, en apariencia, absoluta contradicción. De manera que el oficial señaló que los operativos llegarían a la impresionante cifra de medio millón, de los cuales, a raíz de la visita que había hecho a la ciudad esa persona a la que le dicen “presidente de la República”, ya se habían efectuado quinientos en dos de los barrios aledaños a la base aérea Marco Fidel Suárez. El noticiero se limitó a prestarle los micrófonos al coronel para que hiciera su anuncio. No interrogó, no mostró los operativos, no preguntó a los vecinos si en realidad habían dado su consentimiento para que sus viviendas fueran ocupadas, sus pertenencias examinadas y sus hijos atemorizados por un despliegue de fuerza que viola los derechos humanos más elementales. Fresco como una lechuga, el coronel sostuvo que el propósito de la Policía era el de lograr que los vecinos se conocieran entre sí. Nadie recibió la afirmación con una carcajada. Es más, supongo que nadie se atrevió a esbozar siquiera una sonrisa. Pues bien: si todo eso es cierto, el país está llevado del diablo. Y en el desfile hacia el infierno nadie dice nada, nadie pregunta, nadie protesta, nadie grita, nadie da un golpe sobre la mesa. Sólo para mí, así nadie lo oiga en ninguna parte, este es mi estruendoso, mi desolado golpe sobre la mesa.

Ahora, sólo utilizo esta expresión de la arbitrariedad revestida de formas en que se ha convertido el ejercicio del poder en Colombia, para señalar cómo en el país no hay información. Según lo explicó Kapuscinski, ella se convirtió en una mercancía que se vende al mejor postor. Sobra anotar que en una sociedad primitiva como la nuestra, el mejor postor es el gobierno. Por eso cuando los empresarios manejan a su amaño a los medios, e informan como les viene en gana lo que les viene en gana, y manipulan como quieren a las marionetas, y convocan foros para analizar si en Colombia hay o no libertad de prensa, y concluyen que “se enfrentan algunos problemas” pero que sustancialmente la hay, y oyen el apagado discurso de esa persona a la que llaman “presidente de la República”, en el que dice exactamente lo contrario de lo que hace, cuando todo eso ocurre, digo, lo que hay allí es una asociación delictiva entre el vendedor y el comprador del producto de moda, la información. Las noticias, los hechos, las realidades palpables, la descarnada verdad, son asuntos que no tienen ningún oficio en un mundo donde la conciencia de cada cual forma parte de la espesa compraventa de hoy en día. No intuyo bien qué reflexiones se hagan las estrellas mediáticas que dominan nuestro firmamento doméstico al terminar su jornada de trabajo, pero si conocen su oficio, es posible que no puedan dormir. Porque allá, en el fondo de su conciencia sabrán que con cada cheque que reciben pagado por los propietarios, o, peor, por las que deberían limitarse a ser sus fuentes, cometen una traición a sí mismos, pero ante todo a quienes constituyen la única razón de ser de su trabajo: los usuarios de los medios.

De tal manera, el problema no es el de la libertad de prensa que, según los empresarios, se cumple a cabalidad en Colombia. Para ellos, la libertad de prensa es su libertad de empresa. Pero para los demás, el problema real es la falta de información. Porque para decir lo que hoy dicen nuestros medios, para mostrar ese sitio de algodón azucarado donde de vez en cuando se enreda una mosca, para ponerle cortapisas a una realidad de oprobio y ser los corderos que demanda un sistema macabramente diseñado para una guerra sin fin, sólo se necesitan silencio y obediencia. La libertad no es un absoluto. Y esa libertad que nos quieren vender el régimen y sus cómplices, es la que les conviene: por ejemplo, la necesaria para convencernos de que en Colombia los allanamientos son voluntarios y se hacen para que nos conozcamos mejor.

Como lo explicó Arnheim (y en ello sigo a Kapuscinski) , ver no es comprender. Ni leer. Ni oír. Digámoslo de otra manera: la gran tarea de la información es hacer comprender. Y para ello se requiere algo tremendamente simple: que haya un intangible que comienza a desaparecer en el mundo entero. Un intangible esencial que se llama información.

Por Internet, abril 4, 2003
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miércoles, 5 de mayo de 2010

El dilema de la paz


Mirador edición de VOZ de la semana del 5 al 11 de mayo de 2010

*Carlos A. Lozano Guillén

Los candidatos presidenciales no han querido demarcarse de la “seguridad democrática” uribista para hacer una propuesta concreta de solución política negociada del largo conflicto colombiano, que no ha podido resolverse por la vía militar como lo ha pretendido la oligarquía en casi 6 décadas de la historia política del país. Los candidatos presidenciales, se aferran a la política guerrerista de Uribe Vélez, fracasada en ocho años de enorme esfuerzo militar con el apoyo de los gringos, con la vana pretensión de ganar votos en un país que algunos analistas creen derechizado.

Como lo dijo el sargento Pablo Emilio Moncayo el día de su liberación por decisión unilateral de la guerrilla, “las FARC son una realidad, están ahí…”. Lo han corroborado los estudios de la Corporación Arco Iris, que reflejan la presencia insurgente en la geografía nacional y la recomposición de sus fuerzas después de los duros golpes que recibió en los últimos ocho años de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez. También lo registra el informe del Comité Internacional de la Cruz Roja, conocido hace una semana, que desató la ira de la cancillería y de la Casa de Nariño.

El dilema de la paz para los candidatos presidenciales no es entre solución política o militar. La victoria militar del Estado es lo determinante. De alguna forma excluyen los diálogos de paz, aunque con matices entre ellos. Gustavo Petro, por ejemplo, a quien apoyamos, pero con diferencias en aspectos fundamentales y de distinta interpretación del Ideario de Unidad, cree que deben hacerse las reformas y someter a la guerrilla. Es una variante de “izquierda” de la vieja tesis tradicional de darle duro a los alzados en armas para llevarlos derrotados a la mesa de negociación. En este caso la mesa es para firmar la rendición o la desmovilización. Petro eleva a paradigma el modelo de paz con el M19 y otros grupos guerrilleros que se desmovilizaron en la década de los años noventa del siglo pasado, que suscribieron la desmovilización a cambio de la Constituyente. La Constitución del 91 que estableció los derechos fundamentales y el Estado Social de Derecho a la par de los capítulos sociales y económicos que adoptaron el mercado neoliberal antipopular, no significó una paz general y menos aún profundas reformas políticas y sociales. Es más, lo positivo de esa Carta Política ya no existe. La clase dominante le puso conejo al M19 y al resto de organizaciones desmovilizadas.

La paz negociada implica cambios en la sociedad. Construir un nuevo país sobre bases sólidas democráticas y de justicia social. Tienen que pactarse con los insurgentes y la sociedad colombiana, que debe ser parte activa en los diálogos. Es el vacío que tiene la reciente propuesta de la Iglesia Católica, interesante pero insuficiente.

carloslozanogui@etb.net.co

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El Primero de Mayo y la lucha popular

Foto R.V.R.

Editorial VOZ de la semana del 5 al 11 de mayo de 2010

El Primero de Mayo del presente año, que movilizará a millones de trabajadores colombianos, hombres y mujeres, en todo el país, se realiza en condiciones favorables para la lucha popular. Es evidente el desmoronamiento del régimen autoritario uribista, sumido en contradicciones internas por los distintos intereses de los partidos que lo apoyan y se acrecienta el desgaste de Álvaro Uribe Vélez al que algunos consideraban inatajable e invencible.

Por primera vez, esta semana, las encuestas colocan a Antanas Mockus con 38 por ciento de la intención de voto, nueve puntos más que Juan Manuel Santos (29 por ciento), quien, desesperado, regañó a la bancada parlamentaria del Partido de la U. Noemí Sanín tiene 11 por ciento, Gustavo Petro 5 por ciento y Germán Vargas Lleras y Rafael Pardo 3 por ciento, entre los mejor calificados. Refleja que el respaldo se aleja del uribismo y el continuismo. Así el profesor Mockus, neoliberal y simpatizante de la “seguridad democrática”, no sea una persona confiable.

Uribe Vélez, como siempre, reacciona con virulencia y con propuestas improvisadas, aunque interviene abiertamente en política, criticando a Mockus y respaldando a Santos, mientras arma debate con la vecina Venezuela y con el presidente Chávez a manera de cortina de humo para favorecer a su pupilo.

El país está “mamado” de la petulancia uribista, de los “falsos positivos” (en realidad crímenes de lesa humanidad), de las actividades ilegales y criminales del DAS, con comprobada conexión con la Casa de Nariño, del favorecimiento plutocrático de la política gubernamental, de la corrupción en las alturas del poder y del “todo vale “a la hora de aplicar la política guerrerista y autoritaria. A pesar de todas las gabelas y presiones del alto Gobierno y de la maquinaria aceitada de familias en acción, redes de informantes, familias guardabosques, los familiares de los 500 mil miembros de la Fuerza Pública y de la intimidación paramilitar, que son una fuerte base social del uribismo, la fuerza real está debilitada y averiada por el desprestigio. La fatiga de los electores es evidente. Aunque el régimen maniobra, como sabe hacerlo, con el ventajismo, las dádivas y la demagogia oficial.
La política exterior hizo agua. El Gobierno Nacional sostiene enfrentamientos y roces con los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Nicaragua; y como si fuera poco, polemiza con el Comité Internacional de la Cruz Roja, porque éste exige la aplicación del derecho internacional humanitario y demanda el respeto de los derechos humanos, a la vez que es amigo de la solución política negociada del conflicto y del intercambio humanitario. Amén del proceso judicial en Ecuador contra Juan Manuel Santos y altos mandos militares colombianos, sin excluir la posibilidad de vinculación de Álvaro Uribe Vélez, por la invasión violenta de su territorio, censurada por el Grupo de Río y la Asamblea de la OEA, en hechos en que hubo varias personas muertas, además de Raúl Reyes, incluyendo ecuatorianos.

En el fondo pesa la sumisión uribista a la férula yanqui y la instalación de las bases militares gringas en territorio colombiano, que además de utilizarlas para una mayor intervención en el conflicto interno, son puntos de provocación y agresión en el continente.

Es el importante marco del Primero de Mayo en el cual los trabajadores reclamarán, además, salud y educación públicas y el respeto a los derechos laborales, conculcados por la flexibilización neoliberal y el despojo de importantes conquistas sindicales. Los trabajadores no pueden dejarse atraer por los cantos de sirena de la política derechista, orquestada desde la Casa de Nariño. En las elecciones deben votar por la izquierda, por el Polo Democrático Alternativo, que tiene el programa social de mayor calado y de inalterable compromiso con la causa popular.

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