Intervención de Carlos A.Lozano, candidato a la Cámara de Representantes en el acto con 150 maestros de Bogotá con Gloria Inés Ramírez y Carlos Lozano, el sábado 12 de diciembre
Compañeras y compañeros:
Muchas gracias por la invitación a participar en este acto tan concurrido con el cual ustedes despiden este año de tanto trabajo y de luchas en defensa de sus intereses y derechos, amenazados por la política neoliberal, autoritaria y represiva de este Gobierno que amenaza a los trabajadores y a los sectores populares.
Quiero agradecerles las múltiples demostraciones de apoyo en la campaña electoral, porque ya son varios los actos en los que he participado con los distintos grupos del magisterio en Bogotá, militantes del Partido y amigos. Todos muy importantes y concurridos.
Es una campaña electoral difícil, sometida a las ventajas, al clientelismo, a la falta de garantías y al enrarecimiento del clima político. No es cualquier cosa, que en el marco de la campaña, el Gobierno Nacional suscribió el infame acuerdo de las bases militares gringas en territorio colombiano, que buscan la intervención más directa extranjera en el conflicto interno y amenazar a los países vecinos que adelantan procesos de emancipación y de cambios políticos y sociales. Los problemas con la hermana República Bolivariana de Venezuela tienen origen con la instalación de las bases yanquis en Colombia, que son una amenaza para el país vecino y hermano. Todos los días, el Gobierno y la “gran prensa” promueven nuevos hechos en la campaña antivenezolana y antichávez, que alejan la posibilidad de una salida amistosa. En realidad a Uribe Vélez, en el afán del referendo reeleccionista, le conviene este clima de tensión, que estimula el chouvinismo, el ultranacionalismo y la xenofobia, propias de los regímenes fascistoides y autoritarios. Una buena razón para que levantemos en esta campaña la solidaridad con la revolución Bolivariana, no como algo formal sino real y concreto, propio de nuestros principios revolucionarios.
Ayer no más, el vicepresidente Francisco Santos Calderón, en el ambiente frenético contra la Coordinadora Continental Bolivariana, señaló que el Partido Comunista Colombiano debería ser ilegalizado. De nuevo acudió al manido tema de la “combinación de las formas de lucha” con cuyo pretexto se ejecuta la guerra sucia de la Unión Patriótica y del Partido Comunista. Es una manera ruin de justificarlo y de incitar al exterminio de comunistas y revolucionarios. ¡Cuánta ironía! Porque si alguien tiene que responder ante la Fiscalía es el propio vicepresidente Santos, acusado por Mancuso y otros capos de las “AUC”, de ser colaborado del paramilitarismo e instigador para la creación del Bloque Capital de estas bandas criminales.
Es difícil el panorama, pero con audacia y combatividad podemos adelantar una campaña electoral digna, al lado de los trabajadores y de las masas populares. Hay espacios para profundizar la lucha por la democracia y los cambios políticos y sociales que el país requiere. Gustavo Petro, candidato presidencial del PDA al que respaldamos consecuentes con la decisión de la consulta de septiembre pasado, tiene razón cuando dice que el dilema hoy en Colombia es entre dictadura o democracia. No la tiene es cuando dice que para derrotar la dictadura uribista es imprescindible la consulta interpartidista con personajes lejanos a nuestros principios, a nuestra visión programática y a lo que representamos como fuerza democrática y de izquierda avanzada. La unidad popular y la convergencia democrática son necesarias, pero con la unidad de la izquierda, de los sectores democráticos y el movimiento sindical y social que está en lucha y resistencia contra la ofensiva reaccionaria.
Ante esta situación hay que afinar la lucha ideológica, la batalla de ideas como dirían Antonio Gramsci y el comandante Fidel Castro. Es muy pertinente hacer alguna reflexión al respecto, porque ustedes son docentes. Se está generalizando la opinión de la fatalidad en el desenlace del proceso político colombiano. En la oposición, inclusive en la izquierda, hay la percepción de que la dictadura es inevitable. Uribe ya tiene asegurada la reelección, nos dicen algunos, como si tuvieran una bola mágica para adivinar el futuro. No hay nada qué hacer. Es una manera facilista de analizar la coyuntura y su desenlace, impredecible aunque se puedan determinar tendencias y más que ello hipótesis. Una, por supuesto, es la fatalidad. Pero es eso, solo eso. Sin embargo, los revolucionarios estamos llamados a no desfallecer, a no perder la esperanza, a cultivar el optimismo sin magnificarlo. En Colombia hay fuerzas democráticas capaces de impedir las salidas de fuerza. Hay experiencias en el pasado, eso lo explicó una y mil veces en momentos de dificultades el camarada Gilberto Vieira. No podemos caer en el pesimismo, en la desesperanza y muchos menos en la derrota anticipada.
La ultraderecha tampoco es tan estúpida. El marco internacional y latinoamericano no le favorece para un golpe de fuerza y en lo interno, la existencia del movimiento guerrillero por un conflicto no resuelto, en tal eventualidad convertiría la lucha armada en una de las formas para resistir a la dictadura fascista. Y ello no es apología de la violencia ni de la lucha armada, sino una lectura realista del proceso político colombiano. Con todo, en cualquier circunstancia, la lucha de masas, la lucha popular, será la definitiva para la derrota de los fascistas del siglo XXI, pero anclados en el siglo XX.
No se sabe qué va a pasar. La Corte Constitucional puede tumbar la ley que convoca el referendo. Pero si la aprueba, queda aun el referendo en el cual hay que promover con todos los que se oponen a este esperpento antidemocrático por la forma como fue concebido, la abstención para impedir los votos que permiten legitimarlo. Ya se hizo así en 2004. El referendo se le hundió a Uribe con la táctica de la abstención. Inclusive si Uribe gana el referendo hay caminos que se pueden explorar para salirle al paso a la reelección del mesías de la “Casa de Nari”. La lucha revolucionaria, audaz y creativa, siempre encuentra los mejores caminos para abrirle paso a la democracia. Las masas son superiores a las dictaduras y a los regímenes despóticos. ¡De eso podemos tener certeza!
Pero no hay que perder de vista que este Gobierno está en crisis. Hay crisis de la “seguridad democrática”. Hay crisis ética por la indecencia en las alturas del poder. Hay crisis de dignidad por la entrega del territorio a las bases yanquis. Hay crisis social por los problemas que están en marcha. El Gobierno de Uribe no está en condiciones de gobernar como antes. Hay contradicciones en la clase dominante, no toda ésta apoya la reelección. Algunos sienten vergüenza, otros creen que Uribe Vélez cumplió su ciclo. Lo cierto es que hay uribistas empresarios, del círculo político cercano, de la Iglesia, que no están por la segunda reelección y el tercer mandato presidencial.
No han sido cualquier cosa los “falsos positivos”, verdaderas ejecuciones extrajudiciales; el escándalo de las chuzadas y el espionaje del DAS; el saqueo de Agro Ingreso Seguro con los subsidios descarados a los ricos, paramilitares y narcotraficantes, base social del uribismo. El mundo se asquea de los escándalos en el poder en Colombia. El aislamiento internacional de Uribe Vélez es notorio. Así se ha visto en el último tiempo en el escenario latinoamericano y mundial, Uribe tiene un discurso lejano a la realidad de hoy, suena anacrónico en el marco de un mundo que abriga la esperanza de paz y de soluciones sociales justas.
En Colombia el efecto social en los próximos meses será factor de inconformidad y de movilización popular. El país no sale de la crisis, al contrario, ésta se profundiza, porque el Gobierno Nacional insiste en las privatizaciones neoliberales, en negar un salario justo, en prácticas económicas para favorecer a la oligarquía y a las transnacionales. El Gobierno de Uribe es plutocrático y está al servicio de los intereses de los que más tienen.
Por mucho que los publicistas del régimen buscan maquillar la situación, distraer a la opinión pública y lanzar cortinas de humo, la verdadera situación es otra. Hay resultados funestos en la economía. El crecimiento de la economía en este año será casi de cero, mientras la pobreza aumenta y el desempleo también. Los principales recursos del país se están destinando a la guerra en medio de la crisis de la salud y la educación, cada vez más precarias. Hay mucha insatisfacción en los sectores populares. Debemos prepararnos para un año de movilizaciones populares y hasta de estallidos sociales como diría Fidel Castro. Es lo que debemos encauzar en la búsqueda de la solución política y de salidas democráticas y populares de la crisis. Maduran, sin duda, las condiciones subjetivas, porque las objetivas están sobradas, para un gran paro cívico nacional en el próximo año.
El próximo año es el del auge de la lucha popular y de masas. Contra las bases militares yanquis; por la libertad de los presos políticos; por el intercambio humanitario y la paz; contra las privatizaciones y el referendo tramposo e ilegal. El Polo Democrático Alternativo debe entender que su lugar está en el centro de la acción popular. El Polo debe estar a la izquierda, al lado de la inconformidad y de la lucha por los cambios, sin pensar en con cesiones ni vacilaciones ante la opción de poder real y democrático. El Polo a la izquierda quiere decir al lado del pueblo y los trabajadores. El Polo a la izquierda es para cambiar el país, para la transformación democrática y social. Nada con el neoliberalismo. Nada con los guerreristas. Nada con los yanquis. Nada con los enemigos de la revolución bolivariana y del avance democrático y emancipador en América Latina. Es la realidad que debemos entender y en la que debemos actuar en un próximo año de victorias y avances. Eso dependerá de nosotros, de nuestro grado de compromiso y de la capacidad de influir en la conciencia del pueblo colombiano.
Volver a la página principal
No hay comentarios:
Publicar un comentario