Por: Carlos A. Lozano Guillén
Edición 2520 Voz
Casi ocho años desde la vigencia de la “seguridad democrática y a pesar de los excesos triunfalistas de los voceros uribistas, es evidente el desgaste de lo que ha sido la columna vertebral de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y de la campaña reeleccionista en marcha. Hemos sostenido que la “seguridad democrática”, a pesar de los golpes propinados a la guerrilla, en particular en 2008, es un fracaso, porque el objetivo fundamental fue el de aplastar por la vía militar a la guerrilla y someterla en un proceso de entrega y claudicación. Es lo que no ha ocurrido y más bien, el país asiste a la profundización del conflicto, el mismo que el Gobierno Nacional asegura que no existe.
La Corporación Arco Iris, presidida por León Valencia, acaba de divulgar el informe anual sobre el estado del conflicto y reporta, que si bien hubo éxitos militares contra las FARC, éstas han recuperado territorio; de otra parte, el ELN “ha renacido” y los paramilitares están generando más violencia que la guerrilla. Lo cual desvirtúa el argumento del Gobierno de que el paramilitarismo ya no existe después de la farsa de Ralito.
Para Arco Iris la violencia sigue siendo extraordinaria y los grupos ilegales armados, poderosos. Para León Valencia, “Los resultados de 2009 indican que la política de Seguridad Democrática ha empezado a declinar… Una nueva generación de paramilitares –llamados por el Gobierno ‘Bacrim’, bandas criminales- está extendiéndose de manera acelerada por todo el país y sus acciones han logrado un récord que supera la suma de las actividades de las FARC y el ELN”. Agregaríamos nosotros, que la extensión del paramilitarismo y sus crímenes contra la izquierda, los sindicalistas y los campesinos, no podrían ser posibles si no contaran, como siempre ha ocurrido, con la cooperación de la fuerza Pública, de autoridades civiles y de los caciques locales de la “parapolítica” que está intacta también.
Al tiempo, Arco Iris destaca en su estudio que las FARC incrementaron en 30 por ciento las acciones en comparación con el año pasado, mientras que el ELN, declarado acabado por la “grandielocuencia” uribista, resucita una vez más y aumenta la presencia en las regiones. Lo más alarmante es la violencia urbana en crecimiento, que acaba con el mito de la fuerza bruta para resolverla como ocurrió con la ‘Operación Orión’ en la Comuna 13 de Medellín, bombardeada por órdenes de Uribe y con el silencio del entonces alcalde, Sergio Fajardo.
Como era de esperarse, el locuaz ministro de Defensa, Gabriel Silva, quien dice tantas cosas en los micrófonos, alega a favor de la seguridad democrática, que “la gente puede desplazarse por las carreteras sin ningún problema”, como si eso resolviera el grave impacto de la violencia urbana y de las consecuencias del conflicto, cuyas causas permanecen intactas. Es que la demagogia y la charlatanería lo puede todo. Pero los rigurosos estudios académicos están a la vista, son elocuentes.
carloslozanogui@etb.net.co
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Edición 2520 Voz
Casi ocho años desde la vigencia de la “seguridad democrática y a pesar de los excesos triunfalistas de los voceros uribistas, es evidente el desgaste de lo que ha sido la columna vertebral de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y de la campaña reeleccionista en marcha. Hemos sostenido que la “seguridad democrática”, a pesar de los golpes propinados a la guerrilla, en particular en 2008, es un fracaso, porque el objetivo fundamental fue el de aplastar por la vía militar a la guerrilla y someterla en un proceso de entrega y claudicación. Es lo que no ha ocurrido y más bien, el país asiste a la profundización del conflicto, el mismo que el Gobierno Nacional asegura que no existe.
La Corporación Arco Iris, presidida por León Valencia, acaba de divulgar el informe anual sobre el estado del conflicto y reporta, que si bien hubo éxitos militares contra las FARC, éstas han recuperado territorio; de otra parte, el ELN “ha renacido” y los paramilitares están generando más violencia que la guerrilla. Lo cual desvirtúa el argumento del Gobierno de que el paramilitarismo ya no existe después de la farsa de Ralito.
Para Arco Iris la violencia sigue siendo extraordinaria y los grupos ilegales armados, poderosos. Para León Valencia, “Los resultados de 2009 indican que la política de Seguridad Democrática ha empezado a declinar… Una nueva generación de paramilitares –llamados por el Gobierno ‘Bacrim’, bandas criminales- está extendiéndose de manera acelerada por todo el país y sus acciones han logrado un récord que supera la suma de las actividades de las FARC y el ELN”. Agregaríamos nosotros, que la extensión del paramilitarismo y sus crímenes contra la izquierda, los sindicalistas y los campesinos, no podrían ser posibles si no contaran, como siempre ha ocurrido, con la cooperación de la fuerza Pública, de autoridades civiles y de los caciques locales de la “parapolítica” que está intacta también.
Al tiempo, Arco Iris destaca en su estudio que las FARC incrementaron en 30 por ciento las acciones en comparación con el año pasado, mientras que el ELN, declarado acabado por la “grandielocuencia” uribista, resucita una vez más y aumenta la presencia en las regiones. Lo más alarmante es la violencia urbana en crecimiento, que acaba con el mito de la fuerza bruta para resolverla como ocurrió con la ‘Operación Orión’ en la Comuna 13 de Medellín, bombardeada por órdenes de Uribe y con el silencio del entonces alcalde, Sergio Fajardo.
Como era de esperarse, el locuaz ministro de Defensa, Gabriel Silva, quien dice tantas cosas en los micrófonos, alega a favor de la seguridad democrática, que “la gente puede desplazarse por las carreteras sin ningún problema”, como si eso resolviera el grave impacto de la violencia urbana y de las consecuencias del conflicto, cuyas causas permanecen intactas. Es que la demagogia y la charlatanería lo puede todo. Pero los rigurosos estudios académicos están a la vista, son elocuentes.
carloslozanogui@etb.net.co
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