Pobre Joaquín, en medio del silencio
Juan Alberto Sánchez MarínRebelión
Si hay algo más peligroso e inmanejable que la franca disputa y los dientes pelados, es la devoción fingida. Una cosa es la diplomacia, que sigue cursos legales, adecuada para la buena vecindad, necesaria para dos pueblos hermanos. Otra la guachafita de gobiernos que manejan las relaciones internacionales como asunto de solares o de comadres que conferencian de postigo a postigo. Y así estamos de nuevo.