Mi recuerdo en el día de hoy, 9 de agosto, cuando mis hijos mellizos, Natalia y Marco Antonio, cumplen años de edad, es para la figura inolvidable de Manuel Cepeda Vargas, asesinado en este mismo día, hace 16 años, con la participación de agentes del Estado, como lo acaba de reconocer la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Manuel dejó un legado revolucionario de enormes virtudes, que no pueden ser ensombrecidas por el odio y el rencor de los gacetilleros y columnistas de la derecha, anclada en el pasado sectario. Son los mismos que de alguna manera auparon a las bestias del militarismo y el paramilitarismo, para que ejecutaran el exterminio de la izquierda, que aún no se detiene. En lo corrido de este año, por ejemplo, ocho miembros del Polo Democrático Alternativo fueron asesinados.
Mi saludo y abrazo solidario para Iván y María Cepeda Castro, así como a toda su familia, en este día en que constatamos el enorme vacío de la ausencia de Manuel, quien estaría alentando la unidad de la izquierda y la lucha por la paz con democracia y justicia social.
Carlos A. Lozano Guillén
Bogotá D.C. 9 de agosto de 2010
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