martes, 25 de marzo de 2008

"MILITARES ESTARÍAN ACTUANDO BAJO EFECTOS DE ALUCINÓGENOS EN EL SUR DEL TOLIMA"

Por: Nelson Lombana Silva

El campesino y amansador de bestias del municipio de Chaparral, Tolima, Fredy Arnoldo Rojas González, se recupera en los seguros sociales de la ciudad de ibagué, de un disparo de fusil que le cruzó la pierna izquierda, a la altura de la rodilla. Tiene escasamente 28 años de edad y es el menor del hogar formado por Juan de Dios Rojas González y María Nelly González, dos campesinos honestos de la zona, ampliamente conocidos.

Vive con sus padres en la finca El Bosque, vereda San Pablo – Ambeima, corregimiento de La Marina, a dos horas del perímetro urbano de Chaparral por carretera en precarias condiciones.

Está "viviendo de flor", como se dice en el argot popular, pues tres soldados lo cogieron casi a quemarropa y le dispararon una vez le gritaron, alto. "Me tiré, di vueltas y en una pierna llegué a casa de un vecino. Ellos me escondieron allí. Me vendé la pierna en la oscuridad y al otro día me llevaron en camilla al hospital de Chaparral y después me remitieron a Ibagué. El coronel dijo que, tranquilo que ellos pagaban todo".

Un disparo le rozó el estómago, otro el mentón y un tercero la frente. Por eso insiste: "Estoy viviendo de pura flor".

Todos los organismos del Estado, habidos y por haber, lo han visitado, pero no propiamente para solidarizarse con él, sino para interrogarlo, tomarle fotos e intimidarlo.

El caso lamentable de Fredy no es el único, tampoco un hecho aislado, obedece a la política terrorista de estado de "la seguridad democrática" del presidente Uribe. "Creo que los militares en la zona se dopan para cometer los crímenes. A un campesino lo sacaron de la casa y en presencia de la mujer y sus hijos, le abrieron el estomago, le sacaron todo el menudo y luego lo mataron. Donde acampan dejan el semillero de marihuana. Ellos se drogan para perder el miedo y hacer lo que hacen", afirma.

El semanario VOZ La verdad del pueblo, lo visitó y dialogó con el joven amansador:

Fredy, ¿Normalmente usted qué hace en el municipio de Chaparral?

Trabajo en la finca, en el campo, monto y amanso bestias, también le jalo al negocio. En el mes de julio que son las fiestas en Chaparral, salgo, monto bestias, hago negocios, vendo y compro. Soy nacido y criado en el municipio de Chaparral y soy el menor de cuatro hermanos: dos hombres y dos mujeres.

¿Cómo fueron los hechos?

Esperé un bulto de concentrado para caballos en la vereda, el cual llegó de Chaparral a las siete de la noche, el lunes 17 de marzo, una vez lo recomendé me fui para la casa, a las nueve, con una luna claritica, con buzo rojo y pantalón blujeans, (bien de civil).

Iba por encima de una casa cuando me salió el ejército, me dijo alto y de una vez me disparó. Escuchando esa mano de tiros, salí rodado y caí por detrás de la casa y como pude en un solo pie me paré y le golpeé la puerta de la casa de un señor de nombre Rubén García y la señora se llama Leonor Cuellar. Ella me abrió y yo le dije que no prendieran la luz, porque esa gente entraban y me acababan de joder y de pronto a ellos también.


Nos quedamos quieticos, ellos cerraron bien la puerta. A la media hora comenzaron a andar alrededor de la casa, hacían bulla, empujaban las puertas, se sentía que colocaban el oído en la puerta, pero todos estábamos en completo silencio.

Ellos abrieron a las siete de la mañana, no encontraron nada. El ejército se subió hacia un filo cercano. Echaron a llegar los amigos de la vereda, porque yo soy socio de la junta de acción comunal; se pusieron todos en actividad a hacer una camilla para llevarme al paradero, a diez minutos. Me llevaron.

El carro salía a las once de la mañana, sin embargo, hubo una demora y salimos a las doce. Uno de los señores que me ayudó sacar se fue a mirar un ganado más arriba, se topó con el ejército, quien dijo que ellos eran de las fuerzas especiales.

Tuve que pasar dos retenes del ejército a la entrada de Chaparral. Yo iba prácticamente desmayado porque había perdido mucha sangre. Mi mamá tuvo que decir que era un caballo que me había aporreado para que me dejaran pasar lo más rápido posible.

Mientras me hacían la curación en el hospital, llegó el CTI, más tarde la Sijin a investigarme y que a juro les tenía que firmar unos papeles, pero yo estaba muy débil. Al otro día, al subir a la ambulancia que me trajo a ibagué me tocó firmar una serie de papeles.

Por la noche llegó el coronel del batallón General Caicedo, me preguntó el nombre y que cómo había sido el caso. Además, me preguntó que por qué insistía en decir que había sido el ejército.

Yo le dije: lo que pasa es que ese caso fue a las nueve de la noche ese lunes y al otro día le indicaron a un señor que era el ejército, a media hora. Por eso estamos seguros que fue el ejército.


Dijo: Lo importante es colocarle fundamento para que no pierda la pierna, que las cosas eran así, y que ellos pagaban daños y perjuicios. Eso fue lo que me dijo el coronel del batallón. Necesitábamos tres unidades de sangre y él nos la consiguió.

Al otro día fue la fiscalía con un computador y les repetí el relato que le estoy haciendo a usted. El señor Álvaro Leal, es testigo que ahí dejé el bulto de concentrado y que yo estuve toda la tarde pendiente de éste. Ellos escucharon la mano de tiros que sonaron.

Pido que me paguen daños y perjuicios porque yo no tengo antecedentes ante la ley, no tengo problemas con la justicia. Yo cada ocho días salgo al pueblo a negociar con bestias, a llevar la remesa.

¿Cuántos impactos recibió?

El de la pierna, el refilonazo en el estómago, en el mentón y en la frente, porque fueron muchas las ráfagas, fueron hartas. Estoy contando el cuento porque rodé por un montecito de un metro de alto. Si no hubiera estado la casa me hubieran matado.

¿Cuáles fueron los primeros auxilios que usted recibió?

Por el momento no recibí auxilios porque todos nos quedamos quieticos. La señora me pasó un cordón y yo me lo amarré en lo oscuro, con un chiro rojo bien apretado y una cabuyita más encima gruesita. Así me estuve hasta que amaneció y me llevaron. Perdí mucha sangre, por eso estaba casi desmayado.

Pero cuando el ejército gritó alto, ¿fue que usted se asustó y salió corriendo?

No, a mí me dijeron alto y de una vez me dispararon. Porque cuando le gritan alto, uno espera a ver qué es, uno cuando nada debe es tranquilo. Pero no, me dijeron alto y de una vez fue disparando. Por eso me tocó fondearme sobre el rastrojo y rodar buscando la casa. En los primeros tiros sentí que me habían jodido la pierna. A diez, quince metros ví como a tres personas.

¿Fue mucha la balacera?

Fue harto la balacera, pues tres quemando. Ahí quedaron los montones de vainillas ahí donde pasó el caso.

Según usted, este hecho se debe a error, a propósito o por qué otra razón…

Lo que pasa es que los militares en estos lugares están acostumbrados a hacer esto. Ellos ven una persona de día y de civil, así sea viejito, muchacho, lo que sea. Ellos cogen, lo matan, lo visten de camuflado, lo hacen pasar como guerrillero y lo presentan en el batallón para que lo paguen. Por eso es que hacen esos casos.

¿Han pasado muchos casos de ese tipo?

Han pasado muchos casos. Ahí tenemos de un señor que se llamaba Chuchito Riaño y un muchacho Camilo Ávila, que era un muchacho especial. Ellos se regresaban de una finca y el papá los envió a otra a mirar un ganado y a vacunarlo.


Les tocaba quedarse allá y al otro día madrugarse. Ellos llevaban un puchito de café, un pedacito de panela y la Biblia, porque eran evangélicos. El muchacho era fallo de la mente y enfermo de una pierna.

En el cruce de Rioblanco y para el corregimiento de La Marina, esperaron el carro, un sitio donde la carretera es central. Llegó el ejército, los requisó, los abrió, uno para un lado y el otro para el otro lado e hicieron un enfrentamiento y los mataron ahí, los vistieron y dijeron que eran guerrilleros.


Por esa misma vía, yendo para el municipio de Rioblanco, se presentó otro caso lo mismo en esos días. También cogieron a unos muchachos que estaban cogiendo café, los sacaron y simularon un enfrentamiento y también los mataron, eran cuatro cogedores. Amedrentaron la familia para que no dijera nada.

Ahora que se desarrolla la operación "fuerte" en el sur del Tolima, especialmente en el cañón de las hermosas y la marina, ¿se han presentado más casos de esta naturaleza?

Pues para el corregimiento de la Marina se vienen presentando los casos que le vengo contando. Me pasa a mí, el de esos evangélicos, el de los recolectores de café, también está el caso que le ocurrió creo hace año y medio, a un presidente de junta de acción comunal y que se llamaba Tiberio García.

Él regresaba de la vereda Aguas Claras a las Brisas, iba a mirar y a comprar dos novillas, se metió por donde estaban ellos, lo cogieron a las ocho de la mañana y lo mataron, lo uniformaron, lo hicieron pasar por guerrillero, lo enterraron sin ataúd y sin avisarle a la familia en el cementerio del pueblo.

Los campesinos hicieron bulla, ellos se comprometieron a respetar la vida de los campesinos, pero en realidad no cumplieron.

¿Sabe usted a qué batallón pertenecen esos soldados que vienen sembrando el pánico en el sur del Tolima?

Por el momento por ahí meten la móvil ocho, que dicen es la que viene haciendo todas esa cagadas. Y muchas más brigadas: de Ibagué, de Chaparral.

La gente le tiene temor al ejército por eso. Porque ellos no respetan la vida a los campesinos, para ellos todos los campesinos son guerrilleros. Ellos se meten a las fincas y quieren que nadie se pase por ahí. Pero cuando no es así sacan a las personas de las casas y las asesinan.

¿Hay casos concretos en que el ejército ha sacado a los campesinos de las casas y los han matado?

Por el lado de la vereda El Líbano ocurrió un caso así. El campesino era parte de la junta de acción comunal, del comité de conciliación exactamente, tenía dos fincas cafeteras, tenía hijos; allá fue el ejército y lo sacó al patio delante de todos los hijos y le rajaron el estómago y le sacaron todo el menudo y ahí sí lo mataron.

Bueno, ¿será que el ejército está actuando drogado para hacer todo ese tipo de cosas?

Posiblemente se endrogan en muchas veces para hacer vainas, porque ellos por allá se meten y para perder el miedo ellos se "empastillan", se "enmarihuanan" y todo eso, porque ellos donde se acampamentan por hay en los filos, queda el semillero de marihuana. Después vuelven y eso les sirve.


Ellos se drogan para perder el miedo y hacer lo que hacen con los campesinos, campesinos que nada deben porque pasan los retenes y los requisan y los miran en los computadores y nada tienen que los involucre, pues son gentes sanas, campesinos trabajadores.

¿Teme usted por su vida, por su seguridad una vez lo den de alta?

Claro, yo temo que después siga el ejército con esta vaina, o decidan matarme para que no coloque el denuncio y me tengan que pagar los daños y perjuicios. Yo espero que me respeten la vida. Y si me llega a pasar algo, ya se sabe que son ellos, porque este caso me sucedió fue por ellos, (ejército nacional).

Ibagué, marzo 24 de 2008

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