miércoles, 18 de febrero de 2009

Claridad y honestidad en el debate


Editorial de VOZ, edición 2479 del 18 de febrero de 2009


El debate interno hacia el Segundo Congreso del Polo Democrático Alternativo que se realizará la próxima semana en Bogotá en medio de una enorme expectativa nacional e internacional, debe tener claridad y honestidad en todos los sectores que participan en él, porque es evidente la intención de la derecha de dividir la principal fuerza de oposición y de opción democrática y popular, a partir de la campaña de la “gran prensa” que fomenta las posiciones dubitativas y excluyentes de un sector que tampoco oculta el objetivo de sacar del partido a la izquierda que propugna por el poder para producir profundas transformaciones en el Estado y en la sociedad.

¿Qué es lo que quieren Petro y Lucho con el cañazo de que cuentan con la mayoría de los delegados y que por eso son ellos, sin contar con la izquierda, los que deben tomar las decisiones “en las alturas” mediante componendas políticas para llevar el Polo a la cola de acuerdos sobre lo fundamental con los sectores centristas y de la “derecha moderada”? Por lo menos Lucho ha sido más claro, porque sin mucha solvencia de ideas reduce todo a que en el Polo no deben cohabitar las fuerzas que lo componen ahora, sino adoptar con “realismo” el modelo español en que hay una “izquierda” reformista y procapitalista como el PSOE y otra “radical” como Izquierda Unida y ello debe aceptarse sin tanto dramatismo. Para llegar al Gobierno a cualquier precio, según Lucho es mejor la alianza con el centro y la derecha que con la “izquierda radical” o “extrema izquierda” como la califica Petro.

En este sentido, el senador Petro, adoptado transitoriamente como la estrella del Congreso por la “gran prensa”, se mueve con propuestas gelatinosas y al vaivén de las circunstancias. De proponer una alianza, inclusive con Uribe, para derrotar a la guerrilla que según él es el peor problema del país, ahora aparece con una propuesta que no le hace a la dirección del Polo sino al grupo de la familia Moreno Rojas y del senador Dussán, con el propósito desesperado de tener una mayoría que controle el Congreso y le permita la expulsión de la “extrema izquierda”. En su nueva propuesta, argumenta que los enemigos son Uribe y las FARC, cediendo un poco al reclamo de lo absurdo de su pretendida alianza con el uribismo.

Si hubiera un criterio unitario en Petro y su pequeño grupo, que dice tener la mayoría de los delegados, pues le haría la propuesta al conjunto del Polo para formalizar un acuerdo político democrático, que garantice la unidad en función del interés nacional y de salidas programáticas avanzadas a la crisis, independientes de la oligarquía y de sectores reformistas de derecha como los que él sugiere en la política de alianzas.

Lo peor que le ha podido pasar a este país es el uribismo, representado en dos gobiernos, que quieren ser más, precisamente estimulando la división de la izquierda y colocando como inexorable la reelección del mesías ultraderechista o en su defecto de su heredero. Es lo que se conoce como el uribismo sin Uribe. El Gobierno de la “seguridad democrática” profundizó la grieta social y la guerra, que en la actualidad, degradada y desenfrenada, no encuentra una vía política de solución negociada como lo proponen los sectores democráticos del país. El problema no es la guerrilla como lo cree Petro en su posición delirante, sino en promover la salida política del conflicto, que no puede ser otra que por la vía de un tratado de paz que asegure cambios políticos, económicos y sociales de fondo, más allá que retornar a la Constitución del 91 que es un objetivo precario y limitado. La Carta Política debe tener nuevos desarrollos constitucionales en el marco de la democracia avanzada y un viraje en la parte neoliberal que fue el aporte del gavirismo liberal a la misma.

El futuro del Polo está en la unidad. En su composición no puede haber exclusiones y excomuniones, sino acuerdos políticos reales que fortalezcan su papel de opción democrática y popular. El debate de ideas debe ser constructivo y democrático, lejos de la guerra sucia, como dice el maestro Carlos Gaviria en esta misma edición, porque mientras Petro se autoamenaza por unos artículos de Anncol, de sus señalamientos a la izquierda de tener alianzas con la guerrilla se derivan graves amenazas de las “Aguilas Negras” contra Carlos Gaviria, Carlos Bula y otros miembros de la dirección del PDA, que no han merecido el más mínimo rechazo suyo. El debate está viciado, pero aún es hora de rectificar si realmente lo que se quiere es un Polo conectado con el interés nacional y con la transformación democrática del país, lejos de componendas con la derecha y de alianzas con el reformismo burgués que pretenden mantener el bloque dominante a expensas de cooptar también a la izquierda con el cuento del “acuerdo nacional”.

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