jueves, 12 de febrero de 2009

Uribe solo en la prédica guerrerista


Júbilo por las seis liberaciones

*Los señalamientos, los sobrevuelos, las amenazas y la abierta hostilidad del Gobierno no impidieron las liberaciones humanitarias

*Carlos A. Lozano Guillén

A pesar de los obstáculos que interpuso el Gobierno Nacional, la senadora Piedad Córdoba y el grupo de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCP) lograron la liberación de los cuatro miembros de la Fuerza Pública, el ex gobernador Alan Jara y el ex diputado Sigifredo López. La accidentada “misión humanitaria” se cumplió en tres etapas, la semana pasada, en medio del respaldo nacional e internacional a sus principales protagonistas: el llamado grupo de los intelectuales, ahora señalado por el presidente Álvaro Uribe Vélez de estar al servicio de las FARC.

El presidente Uribe y el Gobierno Nacional nunca vieron con buenos ojos el “diálogo epistolar”, que derivó en el compromiso de la liberación unilateral de las seis personas retenidas en contra de su voluntad. Sin embargo, el empeño de CCP logró la liberación, que se cumplió pese a las trampas y maniobras del Gobierno antes y durante la misión humanitaria.

Tan pronto el Gobierno se enteró de las gestiones de buenos oficios de la senadora Piedad y el heterogéneo grupo de intelectuales, los descalificó con el argumento que era una celada contra el presidente Uribe y una “maniobra para dar oxígeno político a los terroristas”.

Los vetos oficiales

Luego vinieron los vetos oficiales a la presencia internacional, el rechazo al representante Jim McGovern, “porque es un chavista” según Restrepo y la pretensión de imponer en la misión humanitaria a la Iglesia Católica, a un vocero del Vaticano y hasta al senador Armando Benedetti. Las maniobras dilatorias y provocadoras fueron esquivadas con la prudencia de la senadora Piedad Córdoba, elogiada por su estupenda compostura. Finalmente, la misión quedó integrada por la delegación del CICR, la senadora Piedad Córdoba, la directora de la Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez y los periodistas Daniel Samper Pizano y Jorge Enrique Botero. Además, por supuesto, de la discreta tripulación brasileña, cuyo Gobierno aportó la logística.

Pero ahí no terminaron los inconvenientes como lo relata Daniel Samper Pizano en la “Crónica de una liberación en peligro”, publicada el domingo 8 de febrero pasado en El Tiempo. El domingo 1 de febrero, cuando la misión se dirigía a recibir a los agentes de policía del Gaula Walter Lozano, Alexis Torres y Fernando Galicia y al soldado William Giovanni Domínguez, hubo sobrevuelos de aviones militares en el área geográfica de Caquetá donde se haría la entrega. Fue una situación difícil, los guerrilleros se sintieron engañados. Después de llamadas desde teléfonos satelitales al Gobierno por parte del CICR y de la capacidad de persuasión de Piedad Córdoba y Daniel Samper, los comandantes guerrilleros decidieron entregarlos entrada la tarde, cuando era peligroso, por la oscuridad del firmamento, el regreso al aeropuerto de Villavicencio en cuya pista ni siquiera hay alumbrado eléctrico. En este sitio, después de la angustiosa espera, la delegación de CCP se oponía a cualquier posibilidad de que los helicópteros aterrizaran en la base militar de Apiay y de ser necesario proponían alumbrar la pista del aeropuerto civil “Vanguardia” de la capital del Meta con los faros de los automotores que se encontraban allí. Fueron momentos de tensión y de duro enfrentamiento con el alto Comisionado Luis Carlos Restrepo.

“Espectáculo periodístico”

Cumplido el regreso y el desembarco en Villavicencio en medio del júbilo de todos los presentes, el round fue entre los cuatro miembros de la misión humanitaria, el CICR y Luis Carlos Restrepo, porque este último vetó al periodista Jorge Enrique Botero debido a que denunció desde las montañas el vuelo rasante de los aviones militares que pusieron en peligro el acto humanitario. De paso, también vetó a Daniel Samper porque criticó la provocación oficial.

Enseguida, en la “Casa de Nari”, Uribe montó el “espectáculo periodístico” con los cuatros uniformados recién liberados, aunque preparados a la carrera, que terminó con el anuncio del propio presidente de que le quitaba la autorización a los cuatro miembros de CCP, incluyendo a Piedad Córdoba, para participar en la liberaciones siguientes lo cual significaba que no tendrían lugar. La intervención del CICR y de otras personalidades del país y del exterior hizo reversar a Uribe, quien al final aceptó la sola presencia de la senadora liberal.

La molestia oficial fue porque Botero tenía en su cámara las pruebas de los sobrevuelos, nunca pactados, como se demostró después con el comunicado del CICR, hasta el punto que el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, resolvió responsabilizar de los mismos al general Freddy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, porque “fue un error de buena fe”.

Las acusaciones de Jara

El martes 3 de febrero se cumplió la liberación del ex gobernador Alan Jara y el jueves 5 de febrero del ex diputado Sigifredo López. Ambas transcurrieron en completa normalidad, aunque sin la presencia del comisionado Luis Carlos Restrepo, quien renunció por la desautorización que recibió de altos funcionarios de la presidencia debido al maltrato a los periodistas. Jara y López llegaron hablando duro en su larga comparecencia ante los medios de comunicación.

Jara dijo que se dedicará al intercambio humanitario; solicitó ser aceptado en CCP. Acusó a Uribe “de no haber hecho nada por nosotros”, al tiempo que expresó: “Al presidente Uribe lo único que tengo para pedirle es el acuerdo humanitario”. Rechazó la versión del ministro Juan Manuel Santos y de los altos mandos militares de que la guerrilla está derrotada, porque “a sus filas siguen llegando muchos jóvenes”. Narró anécdotas en medio de expresiones de buen humor. A Uribe Vélez no le gustaron los comentarios del ex gobernador y en la noche del mismo día de su liberación fue a visitarlo en su casa donde sostuvo una tensa reunión con el recién liberado y su familia. No es casual que el mandatario escogiera después a Villavicencio para arremeter contra “los intelectuales de las FARC” e instar a la fuerza Pública a acabar con la guerrilla.

Sigifredo López también conservó la misma línea de Alan Jara. Sin tapujos dijo que la única forma que militares y policías logren la libertad es a través del intercambio humanitario. No hay otra. Los operativos militares los exponen a morir en cautiverio. Señaló que no vio la muerte de sus once compañeros diputados del Valle del Cauca, el 18 de junio del año pasado, porque estaba castigado por un altercado con un guerrillero. Calificó el hecho de un crimen vil y atroz a consecuencia del “fuego amigo”, pues se enfrentaron dos grupos de la guerrilla y quienes los cuidaban creyendo que era un operativo de rescate los ultimaron a mansalva.

La misión humanitaria culminó con éxito. La senadora Piedad Córdoba y CCP cuentan con el reconocimiento nacional e internacional. El presidente Uribe Vélez, triste en la “Casa de Nari”, está acongojado y preso de sus odios y resentimientos, continúa a la espera de la madre de todas las batallas para aplastar a la guerrilla.


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