jueves, 26 de febrero de 2009

El escándalo por las chuzadas del DAS- La vaguedad de Uribe

Por Carlos Lozano

Después de varios días de guardar silencio, por fin, hoy jueves 26 de febrero, a las ocho de la mañana, habló el presidente Álvaro Uribe Vélez desde la “Casa de Nari”, durante seis minutos, para declararse casi que consternado por las evidencias que no dejan la menor duda de las chuzadas del DAS a los magistrados de la Corte, periodistas y dirigentes políticos de la oposición, todas ilegales y como parte de la cacería de brujas muy propia de la “seguridad democrática”.

Seis minutos duró la alocución presidencial para un tema tan delicado y de tanta trascendencia, ni siquiera aceptó preguntas de los “comunicadores” como llamó a los periodistas que estaban presentes y a la espera de la rueda de prensa, anunciada con antelación. No hubo la más mínima autocrítica, como es la costumbre en él y en los uribistas. Como si el DAS no dependiera de manera directa de la Presidencia de la República. Para Uribe no existe responsabilidad política, todo le resbala en el colmo del abuso del poder. Seis minutos diletantes para un escándalo que removió los cimientos mismos de la institucionalidad ante la protesta digna de la Corte Suprema de Justicia.

En su lacónica intervención, Uribe Vélez prometió, por enésima vez, la reforma del DAS y la investigación hasta las últimas consecuencias. A las tres de la tarde de hoy jueves 26 de febrero, el director del DAS entregará un informe parcial de la investigación interna, en lo que más bien parece una maniobra dilatoria de las investigaciones penales y administrativas que adelantan la Fiscalía y la Procuraduría a petición de la Corte Suprema de Justicia. Como gran revolcón dijo que en adelante las chuzadas las hará la Policía Nacional, aún en los equipos del DAS, donados por Gran Bretaña y Estados Unidos, como si esa fuera una verdadera solución al problema. La Policía Nacional hace lo mismo, se dedica a chuzar teléfonos y correos electrónicos sin autorización judicial. Es conocido el grave episodio del general Santoyo en Antioquia, dedicado a esos menesteres abusivos, destituido por la Procuraduría y beneficiado de una medida por un tecnicismo jurídico, al quien, por cierto, mantuvo el presidente en la “Casa de Nari” a pesar de estar destituido y con quien trabajo siendo gobernador de Antioquia. Así que las coincidencias de Uribe Vélez con estas prácticas de espionaje de sus subalternos son de vieja data.

Uribe Vélez es el directo responsable de este escándalo del DAS. Organismo sobrado de corrupción y de actos delincuenciales. Nos es cualquier cosa que Jorge Noguera, ex director del DAS y consentido del presidente, esté en la cárcel procesado por hechos delictivos y complicidad con los paramilitares. Amén de la serie de escándalos en que han estado envueltos sus directivos en los últimos seis años de Colombia, los peores de este martirizado país en los últimos años de su historia republicana.

Todos los caminos de la responsabilidad conducen a la “Casa de Nari”. Alguien muy poderoso está detrás de estas chuzadas, que incluyen ministros y funcionarios del Gobierno, como en los tiempos del nazismo hitleriano o de Fujimori en Perú en la historia más reciente. En la “Casa de Nari” hay un Montesinos. Todos sabemos quién es el Fujimori colombiano, falta la prueba reina para desenmascarar al Montesinos. Todos sospechan quién es, pero no existe la plena prueba como dicen los abogados.

Carlos A. Lozano Guillén
Bogotá D.C. 26 d efebrero de 2009

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La OEA condenó a las FARC por la masacre de los Awás. No hay ningún reproche, pero ¿cuándo condenará al Gobierno de Uribe por los “falsos positivos”, las ejecuciones extrajudiciales y las chuzadas a los investigadores de la “parapolítica” y de la oposición política?

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Lucho Garzón en la entrevista de El Espectador del jueves 26 de febrero le dice a Carlos Gaviria que no es anticomunista. Que no reniega de su antigua militancia comunista en la que aprendió que a la restricción de la democracia se contrapone la apertura democrática, muy bien por reconocerlo. Hasta hoy no se había atrevido a mencionar su vieja militancia comunista, en la cual escaló importantes cargos de dirección, pero que prefirió siempre mantener en el olvido.

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El Informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos sostiene que el gobierno de Colombia mejora en derechos humanos. En contraste, Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde no hay falsos positivos, penalización de la oposición política, guerra sucia contra el sindicalismo y los dirigentes sociales, escándalos por chuzadas y cacería de brujas, ejecuciones extrajudiciales, entre otras mañas de la “seguridad democrática”, retroceden en esta materia. La calificación es política, porque estos tres países no son de la férula yanqui y al contrario se niegan a aceptar el trato indigno y de sometimiento. El informe es del Gobierno de Obama. Qué tomen nota los que tanto entusiasmo demuestran por la obamanía y los “profundos cambios democráticos” que están en marcha en el imperio. Más dinero para el Plan Colombia para fortalecer la guerra, así lo aprobó el Congreso de mayoría demócrata. El informe aparece cuando el país y el mundo están escandalizados por los abusos del DAS, organismo que depende directamente del presidente.

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