miércoles, 2 de junio de 2010

Luces y sombras de las elecciones


*Hernando López.-VOZ edición 2543 del 2 al 8 de junio de 2002

Los resultados electorales de las elecciones presidenciales del pasado domingo 30 de mayo, arrojan sorpresas que no fueron previstas por los acuciosos encuestadores, pilares del “estado de opinión” uribista. Juan Manuel Santos, candidato de la “Casa de Nari” se impuso con 6.758539 votos (46.56%); Antanas Mockus, 3.126.716 (votos); Germán Vargas Lleras, 1.471.377 votos (10.13%); Gustavo Petro, 1.329.512 votos (9.15%); Noemí Sanín, 892.323 votos (6.14%); Rafael Pardo, 636.624 votos (4.38%), Jairo Calderón, 33.924 votos (0.23%), Alexander Devia, 32.080 votos (0.22%) y Jaime Araújo, 15.701 votos. Los votos en blanco fueron 224.355 (1.54%), 171.703 votos nulos (1.16%) y tarjetas no marcadas 77.508 (0.52%).

El total de sufragantes fue de 14.764.632 de un potencial de 29.983.279, lo cual indica que la abstención fue de 50.8%. Los datos corresponden al 99.7% del total de la votación en el país y en el exterior, lo cual indica que el 100% no modificará lo esencial de estos guarismos y porcentajes.

De entrada, la primera valoración necesaria y pertinente es registrar el fracaso de las firmas encuestadoras, que desde el comienzo fabricaron la polarización Santos-Mockus, para excluir de la contienda al resto de los candidatos. Como señaló Gustavo Petro al final de la jornada del 30 de mayo: “hubo una conspiración de los grupos económicos y las encuestadoras que crearon una falsa polarización. Apostaron para que la justicia social no pasara, solamente la seguridad armada”. Las firmas encuestadoras ahora pretenden dar todo tipo de explicaciones, como la supuesta desinflada de Mockus en los últimos ochos días, cuando las encuestas no podían dar datos actualizados por el mandato de la ley. Pero no es cierto, la turbia intención fue denunciada desde antes, como lo recordó también Clara López Obregón, candidata a la Vicepresidencia en la fórmula del Polo Democrático Alternativo (PDA).

El peso de la abstención

Aunque cedió la abstención con relación a elecciones anteriores, en esta oportunidad es apenas del 50.8%, de todas maneras la mitad de los colombianos se mantienen apáticos y, en muchos casos, desconfiados ante unas elecciones colmadas de fraude, clientelismo, compra de votos y otras formas de presión e intimidación al elector. Continúa pesando aquello de que el que escruta elige.

Los resultados del Polo

Las sorpresas fueron la alta votación de Juan Manuel Santos, quien estuvo a menos de cinco puntos de imponerse sin segunda vuelta; y la alta votación de Germán Vargas Lleras y Gustavo Petro, a quienes los encuestadores les daban entre 3% y 4%. Aunque es preocupante, que las fuerzas uribistas de la U, Cambio Radical y el Partido Conservador, sumadas, son el 73% más o menos. Vargas Lleras, colocado en el tercer lugar, representa el sector más ultraderechista, ligado al militarismo, aunque alejado del “todo vale” y la corrupción del uribismo. Se mantiene la tendencia a la derechización del país y a que predominen los sectores más reaccionarios y militaristas, respaldados de numerosos vicios del sistema, algunos agresivos e ilegales.

Los resultados del Polo Democrático Alternativo son importantes y dignos. Demuestran el espacio de la izquierda en el escenario político nacional, contrario a la predicción de encuestadores y analistas de la derecha, que lo daban casi por desaparecido del mapa electoral. Gustavo Petro y Clara López fueron los más coherentes en materia social en los debates televisivos, hecho reconocido por sirios y troyanos. En la medida que avanzó la campaña electoral, Petro entendió la necesidad de deslindarse por completo del uribismo y actuar como crítico incisivo del desacierto y la corrupción gubernamental. Eso le valió el importante repunte que jamás reconocieron los encuestadores.

El resultado del Polo le da la condición de ser importante en la decisión de la segunda vuelta, cuyo apoyo, ni en sueños, podrá obtener el candidato Juan Manuel Santos, el de la guerra, la antidemocracia y la corrupción que hoy campea en el Gobierno. Al contrario de lo que dicen algunos analistas del uribismo, la izquierda sale fortalecida y el Polo más unido que antes, en la necesidad de proyectarse en el panorama nacional como la principal fuerza de oposición que busca cambios estructurales y de fondo en la vida nacional.

La campaña de Mockus

La campaña de Mockus debe asimilar la lección. Se creyó el cuento de las encuestas que lo inflaron demasiado y después no sabían cómo desinflarlo, ante el casi empate técnico de las últimas encuestas con Santos. Eso los colmó de soberbia, de arremeter contra el Polo, buscando despedazarlo como lo hicieron siempre el Gobierno, la ultraderecha y la “gran prensa”. Actuaron con sobradez y arrogancia, dicen que Mockus fue mal aconsejado por Lucho Garzón y Enrique Peñalosa para que dirigiera los dardos al Polo Democrático Alternativo más que a Santos y al gobierno uribista al que colmó de elogios.

La intervención del pasado domingo 30 de mayo, con el amargo sabor de que las cosas no salieron bien, es más aterrizada. “Más radical” dice El Tiempo. Pero diríamos que más a la oposición y a la ruptura con lo que representa el ganador del “todo vale” para capturar el poder y asegurar el continuismo de la nefasta “seguridad democrática”. Mockus, al contrario de lo que hizo en la campaña, llamó a la unidad aunque no dejó en claro sobre qué bases, porque la invitación la acompañó de la mención a que no hay “nada que repartir pero si mucho que compartir” en su enredado lenguaje. Lo que sí dejó en claro es que las “puertas están abiertas” para los candidatos que no clasificaron a la segunda vuelta. Un gesto más realista y democrático.

Los partidos tradicionales

A los sempiternos e “históricos” partidos tradicionales, liberal y conservador, les fue muy mal, porque sumados los dos, apenas superan el 10%. Aunque es difícil creer que estén liquidados como lo anuncian algunos columnistas. No hay que ignorar que tanto Santos como Vargas Lleras se proclaman liberales y en las huestes de la U y de Cambio Radical se destacan varios caciques regionales de los dos partidos tradicionales. De alguna manera los partidos uribistas o cercanos al Gobierno son expresión de la política bipartidista, amén de que las prácticas corruptas y clientelistas son las mismas que han caracterizado al sistema tradicional colombiano.
No hay que descartar que tanto el Partido Liberal como el Partido Conservador terminen colaborando en un eventual gobierno de Juan Manuel Santos si es que la oposición no logra cerrarle el paso al continuismo uribista en la segunda vuelta del 20 de junio próximo.

Los vicios del sistema

Estas elecciones, como las del 14 de marzo, se realizaron con todos los vicios clientelistas, de corrupción y fraude que caracterizan al sistema electoral colombiano. Con mayor razón, en esta oportunidad cuando las mafias han copado al Estado y para nada influyen en los comicios situaciones nefastas como los abusos del poder, las ejecuciones extrajudiciales, la corrupción de tantos funcionarios, incluyendo a los hijos del presidente, la actividad criminal y descarada del DAS contra magistrados, periodistas y políticos de oposición y tanto abuso desde la “Casa de Nari”, así llamada desde cuando los narcoparamilitares ingresaron por la puerta de atrás a reunirse con altos funcionarios de la presidencia.

Cuarenta y ocho horas antes de las elecciones, Juan Manuel Santos sostuvo una sospechosa reunión con el presidente del Sindicato de Trabajadores de la Registraduría Nacional del Estado Civil, Miguel Bohórquez, en un restaurante al norte de Bogotá. Las explicaciones de Santos y del sindicalista no fueron claras y contundentes y dejaron una sombra de duda. Esto, acompañado de las denuncias de compra de votos en varias regiones a favor de Santos, ensombreció la “pureza del sufragio” y demostró que en Colombia está muy lejos la plenitud de la democracia y de la transparencia electoral.

Uribe Vélez intervino de manera abierta e ilegal para promover a su pupilo Juan Manuel Santos, como también en varias regiones de la Costa Atlántica, Tolima y Meta, entre otros, se conocieron denuncias de presión paramilitar para que el voto fuera por Santos.

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