Uribe esgrime a Emmanuel como trofeo de guerra
Lo fundamental es el canje humanitario
*Uribe Vélez dinamitó la “Operación Emmanuel”. La identificación de Emmanuel no es una fatalidad. Lo trascendental es el canje humanitario. FARC deben entregar a Clara Rojas y Consuelo González
*Hernando López
Desde el 26 de diciembre del año pasado, cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, anunció lo que llamó en principio “Operación Transparencia”, que luego bautizó como “Operación Emmanuel”, el país y el mundo quedaron en vilo a la espera de la hora cero de la entrega de Clara Rojas, de su hijo Emmanuel y de la ex congresista Consuelo González de Perdomo. Chávez explicó en detalle la operación que contaría con el acompañamiento internacional del ex presidente Kitchner de Argentina y delegados de los gobiernos de Cuba, Francia, Brasil, Ecuador, Bolivia y Suiza. La misión contaría con el respaldo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Sorprendió la rapidez con que respondió, en pocas horas, el presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, quien designó al alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, para colaborar en la misión humanitaria. Aunque Uribe Vélez lo hizo de mala gana y hasta con indiferencia, refugiado en su finca “El Ubérrimo” de Montería (Córdoba) donde tiene tan buenos amigos. Desde allí siguió paso a paso el operativo, sin decir palabra, hasta el 31 de diciembre, antes del año nuevo, en que decidió dinamitar la “Operación Emmanuel”.
El invitado de piedra
A partir del 28 de diciembre del año pasado llegaron a Villavicencio, capital del departamento de Meta, los helicópteros y aviones venezolanos con insignias del CICR dispuestos para la operación. Comenzaron también a llegar los delegados internacionales, encabezados por el ex presidente Kitchner, así como numerosos periodistas, que se instalaron en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio. Entre las personalidades se destacaba el director de cine Oliver Stone de nacionalidad estadounidense. El presidente Uribe Vélez y los altos funcionarios gubernamentales no ocultaban el disgusto por la trascendencia de la misión y de sus participantes. El gobierno de Colombia era el invitado de piedra en su propio territorio.
Luis Carlos Restrepo y César Mauricio Velásquez, instalados en la capital llanera, improvisaban ruedas de prensa, hablaban hasta por los codos y se pavoneaban entre los periodistas. Querían dar la sensación de que estaban al frente de todo, aunque en realidad los que coordinaban la misión eran el presidente Chávez y el ex ministro Rodríguez Chacín en Caracas y el viceministro del interior venezolano en Villavicencio. Del lado del Gobierno, el presidente Uribe se mantenía indiferente desde lejos, mientras Restrepo presionaba para que las FARC dieran las coordenadas y le advertía a los acompañantes internacionales que el Gobierno no podía brindarles seguridad si se desplazaban hasta la selva a recibir a los rehenes. Trascendió entre algunos periodistas por comentarios de los propios delegados de los países amigos, que eran sometidos a seguimientos de los organismos de inteligencia. El gobierno presionaba y creaba un clima de zozobra.
Uribe acaba con todo
El 31 de diciembre, antes de terminar el año 2007, las FARC le dirigieron una carta al presidente Chávez en que le advertían que no podían cumplir “por ahora” con la entrega de las tres personas, porque se adelantaban operativos militares en la zona prevista. Casi al tiempo, el presidente Uribe Vélez, después de conversar vía telefónica con el presidente Bush, llegó de forma sorpresiva a Villavicencio, se reunió durante varias horas con la misión internacional y luego habló ante los medios. Después de sus acostumbradas diatribas contra la guerrilla y de hacer comparecer al general Freddy Padilla de León para que dijera que en la región donde se presumía que sería la entrega no hay “combates” (las FARC hablaron de operativos y no de combates). Y como colofón de esta novela, casi macondiana por el realismo mágico de sus episodios, Uribe Vélez informó que el gobierno tenía la hipótesis, obvio no confirmada, de que Emmanuel no estaba en poder de las FARC sino del Instituto de Bienestar Familiar. Ahí se acabó todo.
Después de la agresiva presentación presidencial, la misión internacional en medio de la confusión y con bastante disgusto se fue del país, cada uno de sus integrantes a sus respectivos países, “hasta tanto no se logre la seguridad para la misión humanitaria”. Marco Aurelio García, asesor del presidente Lula, declararía después, que la única forma de rescatar a los rehenes es a través de una acción secreta y clandestina. Con eso lo dijo todo. Uribe Vélez demostró no tener voluntad para el canje humanitario, porque terminó dinamitando el acto de humanidad para traer a la libertad a tres rehenes como lo dijo el presidente Chávez.
Emmanuel, trofeo de guerra
Tras el anuncio de que se practicarían las pruebas de ADN a los familiares de Clara Rojas para identificar a Emmanuel, la atención se centró en ello, pasando al olvido la liberación de Clara y de Consuelo y con mayor razón el canje humanitario. Practicadas las pruebas, el fiscal Mario Iguarán, bajo presión gubernamental, pues se reunió durante varias horas con los ministros Juan Manuel Santos y Diego Palacios Mejía, antes de divulgar el dictamen de los expertos científicos, le informó al país y al mundo que era “altamente probable” que el niño fuera Emmanuel. Desde el gobierno cantaron victoria, con el eco resonante de los grandes medios de comunicación. Pero la certeza sólo llegó con el comunicado de las FARC, conocido el 4 de enero del nuevo año, donde reconocieron, que “La opinión pública nacional e internacional entiende muy bien que Emmanuel no podía estar en medio de las operaciones bélicas del Plan Patriota, de los bombardeos y los combates, la movilidad permanente y las contingencias de la selva. Por eso este niño, de padre guerrillero, había sido ubicado en Bogotá bajo el cuidado de personas honradas mientras se firmaba el acuerdo humanitario”. Al tiempo, señalaron a Uribe Vélez de tener secuestrado al pequeño.
Con razón el gobierno venezolano llamó a investigar qué pasó con Emmanuel en los últimos ocho días, porque se conoce que la inteligencia militar sabía que el niño no estaba con la guerrilla hace bastantes meses y sólo a la hora del acto humanitario aparecieron con la explosiva hipótesis. El gobierno de Colombia esgrimió a Emmanuel como trofeo de guerra.
No es una fatalidad
La plena identificación y aparición del niño no es una fatalidad. Al contrario, demuestra que ya está libre y que las FARC deben cumplir con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González. A juicio de analistas independientes el gobierno está magnificando el “affaire Emmanuel” con ayuda mediática. “Quieren aprovechar el error de cálculo político de las FARC de no advertir en su debida oportunidad que no tenían el niño pero que estaba en un lugar seguro, a favor del presidente Uribe Vélez, para mostrarlo como el vencedor en esta oportunidad”. El objetivo es mostrara Uribe como el que tiene la iniciativa y la buena imagen, a costa de un supuesto desprestigio de la insurgencia.
Uribe se mostró acorralado y aislado durante los días de la “Operación Emmanuel” pero le sonó la flauta tras dinamitarlo y demostrarse la verdad de su hipótesis y ahora tiene la iniciativa. “No será fácil reconstruir el acompañamiento internacional después de lo que pasó”, dicen los analistas. En el Gobierno cada quien agrega un capítulo en esta novela siniestra que convierte a Emmanuel en trofeo de guerra y el episodio en demostración de que lo único viable son los operativos militares de rescate.
Queda pendiente lo fundamental. Así lo ha dicho el presidente Chávez con generosidad y desprendimiento. Hay que concretar la entrega de Clara y de Consuelo, para que el niño Emmanuel se reúna con su familia. A la vez hay que persistir en el intercambio humanitario porque la oferta uribista de más guerra y del rescate militar no es la solución.
Lo fundamental es el canje humanitario
*Uribe Vélez dinamitó la “Operación Emmanuel”. La identificación de Emmanuel no es una fatalidad. Lo trascendental es el canje humanitario. FARC deben entregar a Clara Rojas y Consuelo González
*Hernando López
Desde el 26 de diciembre del año pasado, cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, anunció lo que llamó en principio “Operación Transparencia”, que luego bautizó como “Operación Emmanuel”, el país y el mundo quedaron en vilo a la espera de la hora cero de la entrega de Clara Rojas, de su hijo Emmanuel y de la ex congresista Consuelo González de Perdomo. Chávez explicó en detalle la operación que contaría con el acompañamiento internacional del ex presidente Kitchner de Argentina y delegados de los gobiernos de Cuba, Francia, Brasil, Ecuador, Bolivia y Suiza. La misión contaría con el respaldo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Sorprendió la rapidez con que respondió, en pocas horas, el presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, quien designó al alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, para colaborar en la misión humanitaria. Aunque Uribe Vélez lo hizo de mala gana y hasta con indiferencia, refugiado en su finca “El Ubérrimo” de Montería (Córdoba) donde tiene tan buenos amigos. Desde allí siguió paso a paso el operativo, sin decir palabra, hasta el 31 de diciembre, antes del año nuevo, en que decidió dinamitar la “Operación Emmanuel”.
El invitado de piedra
A partir del 28 de diciembre del año pasado llegaron a Villavicencio, capital del departamento de Meta, los helicópteros y aviones venezolanos con insignias del CICR dispuestos para la operación. Comenzaron también a llegar los delegados internacionales, encabezados por el ex presidente Kitchner, así como numerosos periodistas, que se instalaron en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio. Entre las personalidades se destacaba el director de cine Oliver Stone de nacionalidad estadounidense. El presidente Uribe Vélez y los altos funcionarios gubernamentales no ocultaban el disgusto por la trascendencia de la misión y de sus participantes. El gobierno de Colombia era el invitado de piedra en su propio territorio.
Luis Carlos Restrepo y César Mauricio Velásquez, instalados en la capital llanera, improvisaban ruedas de prensa, hablaban hasta por los codos y se pavoneaban entre los periodistas. Querían dar la sensación de que estaban al frente de todo, aunque en realidad los que coordinaban la misión eran el presidente Chávez y el ex ministro Rodríguez Chacín en Caracas y el viceministro del interior venezolano en Villavicencio. Del lado del Gobierno, el presidente Uribe se mantenía indiferente desde lejos, mientras Restrepo presionaba para que las FARC dieran las coordenadas y le advertía a los acompañantes internacionales que el Gobierno no podía brindarles seguridad si se desplazaban hasta la selva a recibir a los rehenes. Trascendió entre algunos periodistas por comentarios de los propios delegados de los países amigos, que eran sometidos a seguimientos de los organismos de inteligencia. El gobierno presionaba y creaba un clima de zozobra.
Uribe acaba con todo
El 31 de diciembre, antes de terminar el año 2007, las FARC le dirigieron una carta al presidente Chávez en que le advertían que no podían cumplir “por ahora” con la entrega de las tres personas, porque se adelantaban operativos militares en la zona prevista. Casi al tiempo, el presidente Uribe Vélez, después de conversar vía telefónica con el presidente Bush, llegó de forma sorpresiva a Villavicencio, se reunió durante varias horas con la misión internacional y luego habló ante los medios. Después de sus acostumbradas diatribas contra la guerrilla y de hacer comparecer al general Freddy Padilla de León para que dijera que en la región donde se presumía que sería la entrega no hay “combates” (las FARC hablaron de operativos y no de combates). Y como colofón de esta novela, casi macondiana por el realismo mágico de sus episodios, Uribe Vélez informó que el gobierno tenía la hipótesis, obvio no confirmada, de que Emmanuel no estaba en poder de las FARC sino del Instituto de Bienestar Familiar. Ahí se acabó todo.
Después de la agresiva presentación presidencial, la misión internacional en medio de la confusión y con bastante disgusto se fue del país, cada uno de sus integrantes a sus respectivos países, “hasta tanto no se logre la seguridad para la misión humanitaria”. Marco Aurelio García, asesor del presidente Lula, declararía después, que la única forma de rescatar a los rehenes es a través de una acción secreta y clandestina. Con eso lo dijo todo. Uribe Vélez demostró no tener voluntad para el canje humanitario, porque terminó dinamitando el acto de humanidad para traer a la libertad a tres rehenes como lo dijo el presidente Chávez.
Emmanuel, trofeo de guerra
Tras el anuncio de que se practicarían las pruebas de ADN a los familiares de Clara Rojas para identificar a Emmanuel, la atención se centró en ello, pasando al olvido la liberación de Clara y de Consuelo y con mayor razón el canje humanitario. Practicadas las pruebas, el fiscal Mario Iguarán, bajo presión gubernamental, pues se reunió durante varias horas con los ministros Juan Manuel Santos y Diego Palacios Mejía, antes de divulgar el dictamen de los expertos científicos, le informó al país y al mundo que era “altamente probable” que el niño fuera Emmanuel. Desde el gobierno cantaron victoria, con el eco resonante de los grandes medios de comunicación. Pero la certeza sólo llegó con el comunicado de las FARC, conocido el 4 de enero del nuevo año, donde reconocieron, que “La opinión pública nacional e internacional entiende muy bien que Emmanuel no podía estar en medio de las operaciones bélicas del Plan Patriota, de los bombardeos y los combates, la movilidad permanente y las contingencias de la selva. Por eso este niño, de padre guerrillero, había sido ubicado en Bogotá bajo el cuidado de personas honradas mientras se firmaba el acuerdo humanitario”. Al tiempo, señalaron a Uribe Vélez de tener secuestrado al pequeño.
Con razón el gobierno venezolano llamó a investigar qué pasó con Emmanuel en los últimos ocho días, porque se conoce que la inteligencia militar sabía que el niño no estaba con la guerrilla hace bastantes meses y sólo a la hora del acto humanitario aparecieron con la explosiva hipótesis. El gobierno de Colombia esgrimió a Emmanuel como trofeo de guerra.
No es una fatalidad
La plena identificación y aparición del niño no es una fatalidad. Al contrario, demuestra que ya está libre y que las FARC deben cumplir con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González. A juicio de analistas independientes el gobierno está magnificando el “affaire Emmanuel” con ayuda mediática. “Quieren aprovechar el error de cálculo político de las FARC de no advertir en su debida oportunidad que no tenían el niño pero que estaba en un lugar seguro, a favor del presidente Uribe Vélez, para mostrarlo como el vencedor en esta oportunidad”. El objetivo es mostrara Uribe como el que tiene la iniciativa y la buena imagen, a costa de un supuesto desprestigio de la insurgencia.
Uribe se mostró acorralado y aislado durante los días de la “Operación Emmanuel” pero le sonó la flauta tras dinamitarlo y demostrarse la verdad de su hipótesis y ahora tiene la iniciativa. “No será fácil reconstruir el acompañamiento internacional después de lo que pasó”, dicen los analistas. En el Gobierno cada quien agrega un capítulo en esta novela siniestra que convierte a Emmanuel en trofeo de guerra y el episodio en demostración de que lo único viable son los operativos militares de rescate.
Queda pendiente lo fundamental. Así lo ha dicho el presidente Chávez con generosidad y desprendimiento. Hay que concretar la entrega de Clara y de Consuelo, para que el niño Emmanuel se reúna con su familia. A la vez hay que persistir en el intercambio humanitario porque la oferta uribista de más guerra y del rescate militar no es la solución.
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