martes, 18 de agosto de 2009

Principales apartes de la intervención de Carlos A. Lozano Guillén en el homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro



Con ocasión de sus 83 años de vida, el 12 de agosto de 2009, en la sala de la Constitución del Senado de la República

Me solicitaron los compañeros de la Casa de Solidaridad “José Martí”, que hiciera una intervención sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro y la paz de Colombia.

Se podría creer que es una contradicción que un hombre como Fidel Castro, que hizo la guerra revolucionaria para derrocar la dictadura de Fulgensio Batista en Cuba y acabar con el yugo imperialista en la isla, no tenga ningún interés en la paz de Colombia o en cualquier otro país, donde grupos guerrilleros, en buena medida siguiendo el ejemplo de Cuba, persigan capturar el poder mediante la lucha armada insurgente. Pero los revolucionarios somos humanistas. Ningún revolucionario, que en realidad sea tal, puede hacer de la guerra un fin absoluto y adelantarla de manera indefinida al riesgo de su prolongación perpetua y de su completa degradación. El revolucionario es humanista, promotor de las salidas democráticas incruentas y por lo tanto no disfruta de la guerra, es más no la desea ni la predica, porque genera violencia, tragedia y barbarie.

Con mayor razón, una guerra o conflicto de tantos años como el colombiano, que se prolonga de manera indefinida ante la negativa de la clase dominante de resolverlo por la vía pacífica, democrática y política, en una mesa de de diálogo y negociación que apunte a erradicar las causas que originaron la confrontación. Es tal vez la razón fundamental, para que el Comandante en Jefe Fidel Castro se ocupara en los últimos años de la paz de Colombia. Como nadie apoyó desde el exterior la búsqueda de la paz negociada y en concreto ha contribuido en estimular estas salidas políticas y democráticas. En La Habana se han adelantado interesantes experiencias de diálogo con el ELN en los últimos años y el Gobierno y el Partido Comunista de Cuba han colaborado en el Grupo de Países Amigos de la Paz en los acercamientos y diálogos con las FARC.

Fidel se ha ocupado del tema. En la convalecencia después de la crisis de salud que sufrió en los últimos años, se dedicó a estudiar el conflicto colombiano, hasta el punto que escribió un libro, por supuesto polémico, como lo son los buenos libros. Animado, claro está, por esclarecer el tema de la lucha armada en Colombia, en el entendido que esta tiene su propia historia y dinámica, que no es igual a la de otras latitudes o a la que se libro en Cuba en la década de los años cincuenta del siglo pasado.

En Colombia la paz es posible y deseable como lo plantea Fidel Castro. Dependerá en buena medida de los cambios políticos, sociales y económicos que erradiquen el conflicto, lo peor es creer que la lucha guerrillera puede prolongarse de manera indefinida sin una perspectiva real de salida política negociada. La autoridad de Cuba en estos temas es importante. Con mayor razón, cuando en Colombia, la guerra está degradada y acompañada de hechos de barbarie, también porque el Estado ha fomentado esa falsa premisa de que todo vale para derrotar al enemigo. Hasta entregarle el territorio colombiano al imperio de los estados Unidos, para que instale bases militares agresivas, que ponen en peligro la paz en la región y prolongarán aún más el conflicto interno.

La más importante lección que debemos asimilar los colombianos es que debemos hacer máximos empeños en la paz y la salida política. Aun en los peores momentos de la confrontación. La perspectiva real es la humanización del conflicto y la solución definitiva del mismo por la vía política de la negociación. No hay salida militar posible.

En este sentido no hay dogmatismo alguno. La época de la inercia ideológica quedó sepultada en el pasado, los revolucionarios creemos es en la vigencia del marxismo revolucionario y en su permanente creatividad dialéctica. Es en la lucha de masas de masas donde resolvemos las contradicciones y en donde podemos conquistar la paz. En este mismo escenario se crea el hombre nuevo, el hombre revolucionario, portador de una ética humanista y democrática. El hombre nuevo, como lo creían los soviéticos, no se “perfeccionará” en el comunismo; al contrario, como lo dijeron Fidel y el Che, éste se crea es en la lucha revolucionaria, en el ejercicio teórico y práctico de organizar los revolución, hacerla y construir el socialismo.

El socialismo es una realidad que no quedó sepultado con el derrumbe soviético y del muro de Berlín. Si algo demostró el capitalismo fue su incapacidad para resolver en las condiciones hegemónicas del mundo unipolar, los acuciantes problemas de la sociedad de hoy.

El socialismo sigue siendo una utopía, algo posible para reivindicar a las masas. Es el socialismo democrático y humanismo, alejado de todo dogmatismo o verdades reveladas. Se habla hoy del socialismo del siglo XII. Es una tema polémico, pero demuestra que muchos son los caminos del socialismo. América Latina en la actualidad en ebullición, es la mejor demostración del avance democrático y antiimperialista. Parte del ejemplo de la vida diamantina del Comandante en jefe Fidel castro y de la epopeya de la Revolución Cuba. Es un ejemplo, no un paradigma. El avance de los procesos democráticos y liberadores es inexorable. El capitalismo no representa ninguna alternativa para los pueblos, es el mismo factor de explotación de los trabajadores y del saqueo de las riquezas de los países expoliados. Con toda razón se abre una nueva oportunidad, la realidad de otro mundo posible.

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