martes, 11 de agosto de 2009

UNASUR: INTEGRACIÓN REGIONAL

La Nación

Por: Belén Alarcón Alarcón
Asusta que al filtrase el acuerdo secreto del gobierno Uribe con Washington para entregar a las fuerzas norteamericanas siete bases militares colombianas, el “poder de fuego” de los medios, respaldaran en tropel la entrega de la soberanía. Madrugaron a anestesiar la mansedumbre de los colombianos contra el peligro que encarna tan temeraria decisión. Pero los gobernantes latinoamericanos que no son tan ingenuos, con la deshonrosa excepción del peruano, se apresuraron a expresar su rechazo a semejante amenaza. El Boliviano fue más allá, espetándole al Colombiano de la “gira muda”, que planteará en el Consejo Sudamericano de Defensa que, "no aceptamos militares norteamericanos en Bolivia y nuestro pedido es que también sea en Latinoamérica, porque siempre el imperio tiene sus objetivos”, posición que predominará en UNASUR, foro de los tiempos más importante de integración latinoamericana. En la ¨gira muda¨ el Presidente Uribe no sólo no habló, sino que no vio y no convenció.

No estamos ante una simple sospecha. Son muchos los indicios de que el Pentágono se prepara para perpetuar sus intereses en Latinoamérica, repitiendo el libreto que ya aplicó en Irak y Afganistán. Los atrae la gran reserva petrolera venezolana; la codiciada amazonía, los ingentes recursos del subsuelo latinoamericano, y la instauración del ALCA, para reactivar su maltrecha economía. Eso explica la propaganda negra de la prensa gringa contra los gobiernos venezolano, ecuatoriano, boliviano; los infundios de la diplomacia israelí sobre la presencia del Hizbolá en la Guajira Venezolana; las acusaciones contra los mandatarios vecinos de apoyo a las FARC y al narcotráfico. El gobierno Colombiano ofrece nuestro territorio para expandir el terrorismo imperial, acusando al vecino de entregar cohetes a la guerrilla, daría risa, si no fuera porque es poderoso argumento para atizar la guerra anhelada por los halcones del Pentágono.
La Nación
Buscan crear situaciones parecidas a las que dieron inicio a la Guerra del Vietnam. La diferencia, aquí: escenarios más amplios, actores más numerosos. Sería el ejército más poderoso del mundo y Colombia, el Caín del Sur, contra el resto de Latinoamérica. “¡Mejor!, –dirán los amos del complejo militar-industrial- entre más grande sea la contienda, más divisas ganaremos y facilitaremos la reactivación de nuestros capitales.”

Por fortuna la hora del embrujo de las transnacionales, anhelantes de matanza entre hermanos, ya está pasando como la era Bush y su gastada: “lucha contra el narcotráfico y el Terrorismo”. Son ellos los mayores terroristas del planeta, los grandes beneficiarios del narco negocio. Economistas creíbles demuestran que se quedan con más del 80% de la ganancia. Es hora de la integración regional y al gobierno le ha faltado la claridad que la comunidad a gritos le reclama.

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