Febrero 2 de 2008
La marcha del cuatro
Por: Carlos A. Lozano Guillén/Director Semanario Voz No participaré en la marcha del cuatro de febrero próximo en la cual figuran como convocantes, el gobierno indecente de Álvaro Uribe Vélez, la terrorista Fundación Cubano Norteamericana de Miami, el criminal de lesa humanidad Salvatore Mancuso, los partidos de la "parapolítica", de narcotraficantes y paramilitares, entre otras de las "bellezas" que se exhibirán en las calles de Colombia y de otras latitudes.
No es una marcha contra el secuestro y menos por el intercambio humanitario. Se equivoca el que crea con ingenuidad, que esos temas caben en los propósitos belicistas e intolerantes de los promotores. No es casual que la fecha de la marcha coincida con la misma en que hace varios años, el coronel Hugo Chávez y otros militar es venezolanos quisieron derrocar a Carlos Andrés Pérez. La manifestación está convocada contra Chávez y la Revolución Bolivariana y es parte del consenso forzado, manipulado con encuestas, para abrirle el camino a la segunda reelección de Uribe Vélez.
El ambiente en el país, creado a partir de la marcha, divulgada mediante histérica publicidad de los grandes medios de comunicación, es de intolerancia y pugnacidad. Lo que le sucedió a Piedad Córdoba en el aeropuerto de Bogotá, cuando fue agredida de palabra con los peores epítetos por un energúmeno uribista, revela el grado de envalentonamiento y agresividad de estos matones. Con mayor razón cuando están alentados desde el alto poder con las declaraciones del ministro del Interior, Carlos Holguín Sardi, heredero de la virulencia y del sectarismo de Laureano Gómez.
Unirse a esa marcha es fortalecer las aspiraciones unanimistas del uribismo. Es sumarse a las hordas de la violencia y de la intolerancia. Y se equivocan también los que creen que en esa montonera hay "pesca milagrosa" de votos para las próximas elecciones. La izquierda tiene principios y convicciones que deben conservarse. Es la identidad que la diferencia de la derecha reaccionaria y de los oportunistas electoreros que van al vaivén de las coyunturas políticas según el interés particular.
La izquierda y el movimiento social deben tener su agenda propia en materia de intercambio humanitario y de paz con democracia y justicia social. No se puede caer en la trampa del Gobierno de hacer creer que el único problema del país es el secuestro, mientras sus amigos de la motosierra asesinan a los militantes de la oposición y a los activistas populares. Amén del silencio uribista ante los miles de desaparecidos por la práctica del terrorismo de Estado. La izquierda está contra el secuestro y contra toda práctica, incluyendo las gubernamentales, que lesione la dignidad del ser humano. Esta es la diferencia de fondo, que no permite ninguna coincidencia desde esta orilla con la marcha del 4 de febrero.
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