jueves, 17 de diciembre de 2009

PC de Chile, El pueblo chileno asesta un golpe decisivo a la exclusión


Se abusa, ello es cierto, del calificativo de ³histórico² para marcar la trascendencia de algunos hechos políticos o sociales. Lo que nadie podrá negar, sin embargo de lo dicho, es que lo ocurrido este domingo 13 de diciembre en las elecciones parlamentarias y presidenciales bien merece ese calificativo y con creces.

Lo central, y bien lo subrayó el candidato presidencial de la izquierda, Jorge Arrate, es la ruptura de la exclusión. Efectivamente, luego de 36 años, el Partido Comunista de Chile vuelve al parlamento, al elegir para la Cámara de Diputados a 3 de sus 4 candidatos: el presidente del Partido, Guillermo Teillier; su Secretario General, Lautaro Carmona; y el también dirigente y destacado abogado de derechos humanos Hugo Gutiérrez.

Desafortunadamente -y este será un hecho a consignar en los análisis posteriores-, no se logró en sus distritos el esperado doblaje del Pacto Concertación-Juntos Podemos, sino que su elección se debió a que llegaron en el primer lugar de la lista. Además de eso, hay que subrayar que tanto Teillier como Carmona son electos como primera mayoría en sus respectivos distritos.

Junto con ellos, hicieron una gran campaña, aunque no alcanzaran a ser elegidos, Cristián Cuevas, del PC; los candidatos de la Izquierda Cristiana, Claudio Narea y Roberto Celedón; y el candidato de la Nueva Izquierda Alvaro Cabrera, quienes de todas maneras obtuvieron una muy importante votación.

La trascendencia de estos resultados, y su dimensión histórica, va más allá del dato escueto de la elección de Teillier, Carmona y Gutiérrez como diputados. Es que se trata del primer golpe asestado a la exclusión, que databa del esquema institucional dejado por la dictadura, y es el fruto no sólo del accionar político de la izquierda sino, como todos bien lo han comprendido, del sostenido bregar en la lucha social y política por romper con los candados impuestos a la ciudadanía y, en particular, a los trabajadores y la mayoría del pueblo.

³La exclusión tiene los días contados², había expresado hace una semana Guillermo Teillier en las páginas de este mismo Semanario. Y ello se hizo verdad, aunque ciertamente el camino a recorrer para una adecuada democratización del sistema político es una tarea aún pendiente, así como también la democratización de toda la sociedad, partiendo por el sistema binominal.

En el mismo rango de acontecimiento histórico, hay que destacar la gran votación obtenida por el candidato presidencial de la izquierda, Jorge Arrate. Sube del 5.4% del candidato de la izquierda en 2005, Tomás Hirsch (con 375.048 votos), a un 6.21% en 2009 (con 425.879 votos). No está demás consignar que esas cantidades de votos se dan, en el caso de 2005, en un total de 6.942.041 votos válidos y, en 2009, de sólo 6.854.401, lo que valoriza aun más la votación obtenida por Jorge Arrate, que alcanza 50.000 sufragios más en un universo menor en casi 90.000 votos, todo ello según las cifras conocidas al escrutarse el 96% del total de la votación.

Pero la trascendencia del desempeño electoral del candidato de la izquierda alcanza toda su dimensión si se toma en consideración el contenido de su campaña. Efectivamente, fue Arrate quien actualizó en la discusión pública, entre otros, asuntos de la importancia de la renacionalización del cobre; de la necesidad de una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución Política, de la desmunicipalización de la educación, con el compromiso del Estado por garantizar una de calidad y al alcance real de los sectores más necesitados y postergados, junto a la dignificación de las tareas docentes; de la efectiva justicia y verdad ante las violaciones a los derechos humanos perpetrados por agentes civiles y uniformados de la dictadura; de la devolución de sus derechos a los trabajadores, sobrepasando en su totalidad el Plan Piñera.

Con toda razón, subrayó Jorge Arrate el carácter transformador del programa enarbolado en su campaña, y junto con asegurar que esta jornada electoral será el inicio de una etapa de rearticulación de una izquierda plural y comprometida con las grandes transformaciones sociales y políticas que el país requiere, insistió en ³el instinto² antiderechista que constituye uno de sus elementos centrales e irrenunciables. Al mismo tiempo, destacó, como lo reiteró el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, que ³no estamos por darle a nadie un cheque en blanco,² y que lo que viene para la segunda vuelta es un extenso debate nacional centrado en esos grandes objetivos y reivindicaciones populares.

El Juntos Podemos puede celebrar en toda justicia. En la Concertación, quedan heridas que no son sino el resultado de errores y contradicciones que han permitido que la derecha coseche un resultado que, en términos absolutos y porcentuales, sobrepasa ampliamente su significación y constituye una suerte de retrato deformado de la realidad social y política de Chile.

En la derecha, la derrota de Lavín en una de las elecciones senatoriales calificadas de ³emblemáticas², abre un amplio espacio de confrontación que no dejará de manifestarse en las jornadas venideras.

El país está cambiando. El Parlamento será distinto al ingresar a él representantes auténticos de la izquierda. En sus salones volverán a oírse las razones populares. Una gran esperanza abre el paso adelante que se expresa en el apoyo a Jorge Arrate, y los contenidos profundos de su accionar de pedagogía y de construcción de movimiento.

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