miércoles, 25 de marzo de 2009

“Aguilas Negras”


¡Qué las hay las hay!

*En Bogotá patrullan las calles, inclusive del centro, le piden identificación a los jóvenes y amedrentan a los ciudadanos. Aún así, el general Palomino insiste en que no existen

*Hernando López

VOZ, edición 2482 del 25 de marzo de 2009.


Las “Aguilas Negras”, paramilitares reciclados de las antiguas “AUC”, las mismas de la “parapolítica” y de los nexos con la “Casa de Nari”, son como fantasmas, porque el Gobierno Nacional niega su existencia, pero que las hay, las hay, como dice el refranero popular.

En todo el país, en universidades y ciudades grandes, medianas y pequeñas, abundan las denuncias de panfletos y anónimos en que amenazan a dirigentes y activistas populares. No se escapan los sindicatos y las ONG de derechos humanos. Mientras algunas autoridades niegan la existencia de estos grupos paramilitares, otras dicen que están investigando. En los últimos días, ante hechos innegables de exterminio social y de “limpieza” de indigentes, prostitutas y viciosos en varias ciudades, el director de la Policía Nacional, general Óscar Naranjo, se vio forzado a reconocer que es una situación preocupante y que sus hombres están investigando. Hasta la presente no hay una sola captura y tampoco se han ofrecido recompensas como si ocurre en otros casos. Es como si no fuera un asunto importante y la presencia amenazante de estos criminales, que ya cometieron asesinatos en varias regiones, fuera un problema de poca monta. Las universidades públicas, aunque unas pocas privadas también, han sido el centro de las amenazas mediante correos electrónicos y avisos públicos, que poco despiertan el interés de las autoridades. En los últimos días las universidades de Antioquia, Córdoba y Guajira fueron el escenario de crímenes de estudiantes. Pero para el presidente Uribe Vélez las “Aguilas Negras” no existen, así como para los mandos militares y de Policía.

Prolongación de las “AUC”

Actúan con distintos nombres como “Los Rastrojos” y las Autodefensas Gaitanistas” y están al servicio de los paramilitares, como prolongación de las “AUC”, y de las bandas de narcotraficantes con evidentes nexos con los capos extraditados y los que están detenidos a la sombra de la ley de justicia y paz. No son “bandas emergentes” como las llaman con toda tranquilidad y bondad el Gobierno Nacional, la Oficina de la OEA y la Comisión de Rehabilitación y Desmovilización Nacional, sino verdaderas ramificaciones de las “AUC”, que ocupan su mismo espacio y la misma logística nunca desvertebrada.

Pero lo más sorprendente, según lo conoció este semanario por declaraciones de líderes comunitarios, es que ya se encuentran en Bogotá, no sólo amenazando a diestra y siniestra a dirigentes estudiantiles, como en las universidades Nacional, Distrital y Pedagógica, según denuncias públicas conocidas, sino también patrullando las calles de la capital, sí las calles de la capital, como si fueran la autoridad de policía, una empresa de vigilancia o una cooperativa Convivir de esas que ayudó a crear Uribe Vélez como gobernador de Antioquia.

En las calles de Bogotá

Carlos, un conocido trabajador del barrio Santa Isabel, el miércoles 18 de marzo pasado, a la una y treinta de la mañana, fue despertado por los ladridos de su perro. Al asomarse a la ventana, temiendo que fueran ladrones, vio a tres personas, vestidos de negro, con bota militar y con el rostro cubierto con bufandas oscuras, acompañados de un perro negro, recorriendo la calle en actitud de vigilancia. Ni siquiera se ocultaron cuando pasó por la avenida 27 el carro recolector de basura. “Estoy seguro que iban armados”. El barrio Santa Isabel, en la localidad “Los Mártires”, está apenas a diez minutos en autobús de la “Casa de Nari” o de la céntrica Plaza de Bolívar.

Jairo, un joven de 19 años, fue detenido el sábado 14 de marzo, en horas de la noche, frente al edificio de Avianca, calle 16 con carrera séptima, a veinte metro del Parque Santander y cien metros del edificio del Banco de la República. “Fueron dos hombres, uniformados de negro, con bufandas y bota militar, que no se identificaron, pero me revisaron mis papeles y me requisaron”, dice Jairo. ¡Increíble! Esto sucedió en pleno centro de Bogotá en la tradicional carrera séptima.
José, otro muchacho del barrio Nuevo Chile al sur de la capital en la localidad de Bosa, fue testigo de situación similar. “Fue la semana pasada, iba con Marinita y Rubiela, que se asustaron y una de ellas fue golpeada por el guachimán”, asegura. Al “guachimán” lo describe de manera igual: vestido de negro, con bota militar y bufanda oscura que le tapa el rostro.

En ningún caso le vieron una identificación especial en la ropa ni se identificaron como “Águilas Negras” o “grupo emergente” como les dice de forma tan amable el Gobierno, pero en todos los casos, incluyendo situaciones idénticas en el barrio Santa Fé, Ciudad Bolívar, Suba y otros barrios de Bosa y Los Mártires, conocidas por este semanario y relatadas por jóvenes y habitantes de los mismos, el modus operandi es igual: hombres de uniforme negro, con bota militar, bufanda oscura que le tapa la cara, armados de “bolillo” o en algunos caso de armas corta o larga. Intimidan sobre todo a los jóvenes, calificándolos de “guerrillos”, “miliciano”, “vicioso” o ladrón. A las mujeres de putas y “areperas”. Es el mismo lenguaje. Igual procedimiento.

Pero para el Gobierno Nacional no existen, aunque también hacen de las suyas, por denuncias conocidas por este periodista, en Barrancabermeja, Bucaramanga, Ibagué, Pereira y otras capitales. En Neiva aparecieron, “como por arte de magia”, después que Uribe Vélez ordenó militarizar los barrios populares de la capital del Huila.

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