jueves, 12 de marzo de 2009

Así ¿quién no?


Lázaro Vivero Paniza

Seremos reiterativos en que continuamos como antes o, mejor, peor que antes en materia de politiquería y corrupción. Las cifras lo demuestran y los casos de escándalos por mala contratación, de hechos que atentan contra los dineros públicos son permanentes y la propia Contraloría General de la república, permanentemente está haciendo intervenciones como en el caso de las regalías que, entre otras, no solo en el pasado han sido la caja menor para aquellos que quieren fungir de políticos.

Ahora vemos como al igual que en el pasado, se utilizan los puestos públicos para posteriormente presentar sus nombres a cargos de elección popular. Eso no tendría nada de particular si no viéramos como utilizan los programas, no para solucionar los problemas del país, sino para poder amarrar los beneficiarios a sus campañas venideras.

Los vemos viajando por todo el país repartiendo lo que no es de ellos, siempre con un discurso politiquero que les permite en el futuro presentarse como los adalides de la moral y la ética. También posan de frondosos en la repartición de prebendas a sabiendas de que eso no es de ellos, pero pescan en río revuelto ante tantas necesidades de quienes de una u otra manera se ven obligados a solicitar el favor del Estado.

Es grotesco por no decir degradante verlos posar de Mesías ante las comunidades que muestran su propia miseria. Todos lógicamente terminan utilizando los listados de beneficiarios, de madres cabezas de familia, de necesitados de vivienda, de educación, de servicios, para posteriormente y después de creer han cumplido el período necesario para tener un grupo numeroso de agradecidos, pasarles la cuenta de cobro. Eso para muchos como en mi caso lo catalogamos de politiquería barata, de aquella que llevó cambiar la Constitución en el noventa y uno al demostrar que la democracia es de papel y no real como se quisiera.

Ministerios como de defensa, agricultura, protección, medio ambiente y vivienda, en fin todos, terminan manejados no para solucionar los problemas sino como plataforma para que los fungidos se lancen al ruedo político de elección popular.

Ni hablar de otros cargos que ante tanta necesidad se convierten en la caja menor para que ellos, los seleccionados a dedo, lleguen para defender en el período siguiente la supuesta buena obra que hicieron. No solo basta lograr el apoyo para el ejecutivo, sino que tienen que amarrar como lo han hecho a los demás poderes públicos, como el legislativo y el judicial.

Es lo mismo de siempre pero manejado de diferente manera, como Acción Social y otros entes oficiales. Reparten de todo para después dar cifras de las maravillas que han hecho en lo social.
Lo diremos hasta el cansancio: es politiquería barata. Entre mayor subsidios nos muestren, Mientras ellos cuentan con todo lo necesario para la presentación de sus nombres, la mayoría de los demás aspirantes que, entre otras, podrían hacer muchísimo mejor la función, se ven en condiciones de desigualdad y se hace casi imposible su elección. Es la repetición de la repetidora.

Se hace necesario y urgente un proyecto que no permita este carrusel de corrupción y politiquería, para que aquellos funcionarios que aspiren, por lo menos deban renunciar cuatro años antesa del propósito de ser elegidos.

Si esto no se corrige, podemos afirmar: así ¿quién no? Lo único que esto demuestra es que no son políticos sino politiqueros.



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