jueves, 19 de junio de 2008

Pleito familiar


Por Carlos A. Lozano Guillén

El señor Álvaro Uribe Vélez, presidente de la República, acosado por la contundencia de las acusaciones de Yidis Medina, decidió armar un pleito familiar contra ella, incluyendo como testigos a su señora esposa y sus dos hijos, seguramente aconsejado por los rábulas que lo asesoran, expertos en coartadas y en eludir la acción de la justicia. Un procedimiento, por cierto insólito, que tiene asombrado al país y al mundo.


Uribe decidió divulgar que uno de sus vástagos recibió varias llamadas telefónicas de Yidis Medina, en las cuales le exigía que su padre la atendiera. Según los comunicados presidenciales fue una forma de chantaje por lo cual se dio la orden de no volverle a responder los teléfonos a la ex congresista, que buscaba con desespero que le cumpliera los compromisos adquiridos a cambio de votar la reelección presidencial en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el Presidente se acordó tarde de revelar el presunto chantaje, porque las llamadas ocurrieron varias semanas atrás, pero no sólo ello, porque después de la orden de no responderle a Yidis, ésta se reunió con Bernardo Moreno y otros funcionarios gubernamentales en demanda de que le cumplieran.


nte la contundencia de las revelaciones de la ex congresista en la Corte Suprema y el enredo de ex ministros y ministros, Uribe decidió hacer un juicio público a través de comunicados de la Oficina de Prensa de la Presidencia, en evidente maniobra dilatoria y de presión a la Comisión de Acusaciones, la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General de la Nación. Los grandes medios de radio y televisión les dieron tiempo libre al mandatario y al ministro Diego Palacio, para que controvirtieran en público las graves y contundentes acusaciones. A Yidis Medina la presentan ahora como una peligrosa delincuente, aunque hace dos años fue la salvadora de la reelección. Entonces la llenaron de elogios y de ofrecimientos que nunca le cumplieron, le pusieron conejo. De héroina a villana. La Fiscalía corrió a abrirle un proceso por secuestro, varios años después de que este ocurriera en apariencia. Como nos lo dijo un diplomático: «Un Presidente pierde su dignidad cuando se mueve en el terreno peligroso de dar explicaciones públicas de sus actuaciones incorrectas o delictivas».


Yidis está condenada por cohecho. El delito existió y éste es de doble vía y por ende deben responder «los otros», los que ofrecieron las dádivas. ¿Por qué el desespero del Presidente? Está enredado en las largas sábanas de sus comunicados. En el colmo del abuso los medios gobiernistas lo exoneraron de antemano, como seguramente lo hará la Comisión de Acusaciones de la Cámara de mayoría uribista. Es parte del abuso del poder, mediante el cual Uribe pretende imponer la segunda reelección. El procedimiento es impropio, porque es el que acostumbran los truhanes.


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